Luria
Alexander Romanovich Luria murió en 1977 a los 75 años de edad. Había trabajado en el Instituto Burdenko de Neurocirugía de Moscú, donde desarrolló casi toda la investigación clínica y experimental que después la tradujo en la teoría neuropsicológica que de inmediato se llegó a conocer en todo elmundo.
Mucho antes que él había muerto Lev Vigotsky, a quien le ligaron los lazos del discípulo y cuya obra le tocó continuar. Pero si bien su maestro le dejó el esquema inicial casi completamente estructurado, es importante vincular estrechamente la Neuropsicología de Luria a la obra de Sechenov, Pavlov, Anojin, Leontiev, y por qué no a la de sus discípulos como Eugenia Homskaya. Más aún, aLuria no le fue ajena la obra de Jackson, Wernicke, Head, Teuber, Pribram, Critchley, Miller, McCulloch, Penfield, Wiener y demás fundadores de las ahora llamadas neurociencias, a quienes citó y criticó muchas veces. Y es que Luria siguió una línea de pensamiento que no se puede aislar de las obra de quienes encararon aquellos problemas dentro de un esquema conceptual cuyo eje es la superación deldualismo subyacente a la relación entre mente y cerebro. En realidad, su síntesis es creadora, y la magnitud de su creación es tal que trasciende a los grandes problemas económicos, políticos y éticos del país de su época; problemas que, como ha sucedido en todas partes, de un lado alientan, y de otro limitan el desarrollo de las capacidades de las personas de toda condición.
Luria, justamentepor sus capacidades, no pudo recluirse en su mundo interno y doméstico. Como hombre universal tuvo que estar en el centro de las contra-dicciones sociales, haciendo tal vez lo imposible para mantener la perspectiva de su obra dentro de un humanismo que él hubiera querido escapara de los límites que imponía el poder.
La Neuropsicología de Luria no es pues sólo un paso adelante de laNeuropsicología clásica occidental, ni tampoco de la de su época, que es ciertamente la del presente. Por la misma razón, su propuesta no es un promedio ni mucho menos una conciliación: la suya es el desarrollo de una ciencia que, gracias a él empezó a superarse a sí misma. Y decimos empezó, porque si él estuviera aún vivo, se hubiera regodeado con las avances de la tecnología actual, de la posibilidad dever al cerebro en imágenes funcionales, la neurona y la sinapsis analizadas hasta sus constituyentes moleculares; hubiera asistido con nuevos argumentos al debate aún vigente del dualismo: hubiera tenido mejores respuestas a las contradicciones generadas en torno a la mente y el cerebro, la cognición y la emoción, el holismo y el localizacionismo, la diferenciación interhemisférica, la afectividadhumana y la motivación. Pues está claro que ya vislumbraba las salidas correctas. Infortunadamente es un sino persistente que el científico siempre estará vislumbrando respuestas a sus interrogantes. Por eso, Luria, como en su momento Ramón y Cajal, o su maestro Vigotsky, sólo pudo anticipar respuestas, muchas de las cuales nos han mostrado su solidez, aunque fuera sólo para plantearnos nuevos...
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