Luz y fuerza del centro

sobre Luz y Fuerza del Centro, despejar las dudas existentes, aclarar las medias verdades o las medias mentiras; deslindar precisamente las responsabilidades de los vicios en que cayó el organismo para saber cuáles corresponden a la administración del mismo o al gobierno federal y cuáles se pueden atribuir al sindicato; precisar si están siendo seguidos con escrúpulo los procedimientos y lasinstancias legales para la extinción del organismo y para el despido de los trabajadores. También, traer al frente de la discusión el hecho de que, aparte los importantes aspectos políticos y de uso eficiente de los recursos públicos, la extinción de LyFC significa que hay 44 mil trabajadores en activo que están sintiendo la angustia de quedarse sin un buen empleo, de los cuales 34 mil lo perderán deseguro, no importa que sea con una indemnización (que, por los datos que trascienden en los diarios, no es en promedio para los sindicalizados tan jugosa como anuncian) o con la promesa de que podrán formar microempresas proveedoras de LyFC (que podrá convertirse más bien en la seguridad de su incorporación a la informalidad). Asimismo, correspondería discutir a fondo las reglas de operación yadministración de las empresas públicas, la eficiencia y honestidad de sus dirigentes, la capacidad de control de sus juntas de gobierno, para que no se repitan casos de subsidios o desperdicios extremos como en LyFC. Por supuesto, el movimiento sindical de empresas públicas y las fuerzas políticas afines deberían afinar mucho más su perfil democrático, su contribución al interés general y no tansólo a sus propios privilegios en sus contratos colectivos de trabajo; desechar prácticas corruptas y acosos a las empresas en que sirven. Pero todo ello con un gobierno que siempre ha de mantener muy en alto su transparencia de acción, su ejemplo de rectitud, que siempre use la fuerza de la razón y que no desciende a maniobras premeditadas contra sus empleados o gobernados; que no incurre en excesosdeclarativos y propagandísticos con spots o múltiples inserciones en los medios de comunicación para tratar de convencer de la justeza de sus medidas ni en la línea politiquera y electoral. Así, es muy necesario ventilar el debate porque la acción del gobierno del presidente Calderón para extinguir LyFC deja muchas preguntas en el aire. Se hacen aparecer como automáticos, y no parte de un procesoque puede llevar algún tiempo, los anunciados beneficios de la medida; como si a partir de la toma de las instalaciones de LyFC por parte de la CFE todas las fallas y vicios de operación en que aquella había incurrido se subsanan por arte de milagro; como si fallas y vicios fueran debidos solamente al contrato colectivo con los trabajadores, con lo que al extinguirse éste se acaban los subsidiosdel gobierno federal de 42 mil millones de pesos a LyFC, y no tienen nada que ver ya los precios de transferencia de energía entre compañías; ya no hay 30 por ciento de pérdidas de energía por robo; es un ahorro neto el cese de esos 44 mil trabajadores activos de LyFC, sin considerar que falta un largo camino constitucional para extinguir sus derechos, y como si los trabajadores de la CFE queoperan Luz y Fuerza del Centro desde el domingo no cobraran salarios, sus prestaciones no fueran similares o no se afectara la propia operación de esta última compañía con su traslado a LyFC. El servicio de energía a los consumidores mejora desde ya, y lo mismo desaparecen los abusos en su contra. ¿El sindicato de la CFE, el SUTERM, no tiene prestaciones similares al SME? Y luego, la tendencia de estegobierno a pretender la justificación de sus iniciativas atribuyéndoles la solución de una vez de los problemas nacionales: así como el impuesto de 2% a las ventas termina la pobreza, el decreto de extinción de LyFC es multifacético: “Recuerdo la primera vez que conocí a muchos de ustedes, lo primero que me dijeron fue que el principal cuello de botella para detonar la competitividad en el...