Más allá del mamoré

AL OTRO LADO DEL MAMORÉ

No, no… no puede ser!!, exclamé con rabia y desconcierto, mientras mi mano buscaba en medio de la oscuridad el despertador que insistente me recordaba que las cinco de lamadrugada, en cinco minutos más sería cosa del pasado. Me costaba creer que ya habían pasado cuatro horas desde el momento en que había puesto en un extremo de mi pequeño bolso, el último calcetín dedudoso colorido. Estaba pensando en esto cuando un agradable chorro de agua tibia golpeó mi cabeza y mis hombros, despertándome por completo.

Caminando con extrema cautela fui hasta la cocina paratomarme un café y comer un trozo de pan, con la seguridad que en el avión una sonriente azafata me ofrecería algo para entretener mi estómago durante el viaje.

Aquella madrugada la alameda deSantiago se encontraba totalmente despejada. Sólo los semáforos intermitentes mantenían la alerta ante la próxima presencia de los santiaguinos intentando desesperadamente cruzar la ciudad a una mismahora. A las seis con treinta y dos minutos ingresaba al aeropuerto, justo en el momento en que terminaban de encenderse todas las luces, un trabajador finalizaba el aseo y un perro se rascaba las pulgasen la mejor alfombra del aeropuerto, sin el más mínimo reparo. Luego de unos minutos de espera me acerqué al mesón para presentar mi pasaje, dejar el bolso luego de pesarlo y pasar a pagar docedólares y algo más por derecho de aeropuerto.

¡Ahhh!, ese deseo de repetir la inigualable aventura de volar, en unos minutos más sería una realidad. Policía internacional en su rutinaria tarea revisóbolsos y personas con mirada sospechosa y postura prepotente, y luego, frente a mis ojos estaba la losa del aeropuerto y el avión en sus últimos preparativos.

Mientras me acomodaba en el asiento, juntoa ala ventanilla, en la penúltima corrida de asientos, pude comprobar que la capacidad del avión era de ciento veinte pasajeros aproximadamente. Un grupo de mujeres detrás de mí, entre grotescas...