Médico Crá

Él que nace chichara, muere cantando.

Entré a mi pieza, lancé mi mochila lo más lejos que pude y después de tener una semana demasiado agitadora, lo único que fui capaz de hacer, fue dormir.
Era un viernes por la tarde y hasta los típicos perros chillones de las vecinas, dormían a raja tendida, sin preocupación alguna. Por momentos, no pedía más que descansar en mi hogar. Mi cama era elmejor regalo que la vida podía entregarme. Sus suaves almohadas y sabanas, hacían de mi sueño, el paraíso perfecto de mí subconsciente. Mujeres, fiestas y alcohol, se combinaban en mi cabeza como la mezcla perfecta de diversión sin precedentes.
Una morena de ojos azules aparecía en mi camino. Sentía que corría tras ella, muy lento y veía como todo se movía. Tenía un cuerpazo de modelo. Cualidadesque cualquier artesano le daría a su escultura. Esta mujer era una diosa caribeña, en el sueño, recuerdo que la alcanzaba, comenzaba a seducirla con mis pequeños dotes de galán y mientras cumplía con el cometido, a lo lejos comenzó a sonar mi celular.
El matador de los Fabulosos Cadillacs, sonaba como aliento a la circunstancia, pero tras un segundo de reflexión, comprendí que me estaban llamandoen la vida real.
Con un ojo entre abierto y el otro cerrado, contesté. Pinché el botón verde y el sonido de las batucadas dejaron de sonar. Una voz algo conocida, del otro lado del teléfono habló.
Aló weón soy el Pedro, tu primo. Mencionó.
Pedro era mi primo de toda la vida. Era un ejemplo de hombre para mí, cuando era pequeño. Ginecólogo de profesión, mucho éxito tenía con las mujeres y enuno que otro problema de faldas ya se había metido con sus cortos 27 años. Una separación, un sinfín de quiebres amorosos y grandes anécdotas, era el prontuario “delictual”, que mi primo, el cabezón Peter ostentaba.
Le contesté algo ofuscado, luego de despertarme de mi siesta perfecta
Buena primo. ¿Qué pasó?, le respondí.
Weón llevo como dos horas llamándote, no sé pa` que tení celular cabrochico pao`. Me dijo mi primo, bastante acelerado al otro lado del teléfono.
No terminó de hablar cuando se escuchó la voz de una niña.
Dile que te venga a buscar, dile que te venga a buscar. Susurraba la mujer, quien al parecer hablaba muy despacio para no ser escuchada.
Pedro no se quedó atrás y con un bajo tono de voz me dijo
Primo necesito tu ayuda. Estoy encerrado en un quinto piso de undepartamento y necesito que me vengas a buscar, si no me van a sacar la chucha.
El comunicado me hizo reaccionar y cuando escuché eso, la morenaza del sueño desapareció por completo de mi pensamiento y Pedrito, que nada de víctima tenía, se transformó en mi prioridad nacional a la hora de rescatarlo. Preocupado le respondí.
¿Dónde chucha estay?
Y este me contestó:
En Tristán Valdés conPajaritos. Al lado de los edificios que se cayeron pal terremoto. Weón apúrate que me van a matar. Colgó.
No dude en salvar a mi primo y sin saber qué pasaba, busqué las llaves del auto, y en menos de un minuto, sin licencia, ya estaba en la calle arriba del Peugeot 206 de mi padre.
Pedro el ginecólogo estrellas del Centro hospitalario Hospital del Profesor, ubicado en la comuna de Maipú, atendía atodas mis primas, tías y algunas amigas. Sabía tratar a las damas y nunca recibí algún mal comentario de mi ídolo por aquellos años. Lo único que con certeza sabía, que quería ser como él, cuando fuese más grande. Tenía la mujer que él quería, del color y la forma que él quisiera. No por nada tenía como diez a quince pacientes mujeres por día. Un crac.
Apreté el acelerador a fondo y antes dellegar al lugar, desde mi auto, unas cuadras antes, divisé a un hombre corriendo, sin polera, en dirección al vehículo.
Era mi primo, había recién salido del edificio donde minutos antes había estado con una de sus pacientes. Su nombre era Jessica. Recuerdo que un día la llevó a la casa, era una belleza. Ojos azules y un esbelto cuerpo, pero nunca como familia supimos que Peter, ahí, jugaba de...