Médico Veterinario

La Quilla







Llegar a “La Quilla”, donde la vida se separa, como se separan los caminos, era mi intención. La Quilla es una peña alta y filuda que corta las aguas del rio Ayuquila. Unas aguas se van rápidas y muy alborotadas hasta alcanzar el océano. Otras, con el choque en la piedra, se aquietan, formando charcos y pequeños arroyos que se las traga la tierra o el sol las seca.La primera vez que llegué a La Quilla, hace 10 años, cuando aún tenía que aquietar las fuerzas, divisé en lo alto de la piedra a la madre Matiana, con sus profecías, sus hechizos y sus milagros. Todos metidos dentro de un costal, en donde se revolvían con ungüentos de cebo, menta y árnica y frascos pequeños con pociones atemperantes, curativas y mágicas. No había confusión, tal como mela describieron, con su falda negra corroída y flaca, como las carnes que cubren, aventajadas por huesos viejos, y que dejan al viento pies rajados por los polvos de muchos caminos. El pelo cano, suelto y enmarañado que se niega someterse dentro del ajado rebozo negro. Su costal frente a ella. Mucho tiempo la pasaba ventilando oraciones, invocando espíritus y gritando conjuras que sedisolvían en los alientos de las aguas, que chocan bravas en la piedra en donde se sienta. La encontré, pues era ella la que me tenía que decir por cual camino debía seguir.



Juan Manuel Carrillo





Ya sabía yo que sus ojos habían sido arrancados por alguno de los 400 bastardos de Epifanio Trujillo. Pero se decía en los ranchos de la región, que su mirada hueca pesaba más quecuando tenía ojos. Me acerque despacio, tratando de no interrumpir su estado de santidad. No quería hacer ruido para, sentado cerquita, escuchar sus rezos y súplicas. Mis pisadas, livianas y cortitas no dejaban que chasquearan las delatoras hojas secas de robles y encinos. Apenitas me acababa de sentar en una piedra, como a una vara de donde estaba la santa, cuando volteó su cabeza y desde laoquedad de sus ojos me acalambró con su mirada ausente.

-¿Qué quieres de mi, Goyo Ramones?- me dijo, con su voz cascada de tanto rezar.

– Vengo a rezar contigo, Madre Matiana, quiero que me ayudes a escoger el camino. Voy muy ligero para viejo y me contaron que aquí, en La Quilla, los caminos se dividen. Le dije sin poder dirigir la mirada a la profundidad de sus cuencas, endonde alguna vez anidaron sus ojos encendidos.

-Yo solo rezo para que los espíritus superiores hagan menos pesada la carga de las gentes que sufren. Llegar a viejo no es una carga, si sabes escoger el camino. Las aguas de los ríos dicen cosas, solo tienes que escuchar sus murmullos. – Diciendo esto, la madre Matiana, con su costal al hombro bajó de La Quilla sin ninguna vacilación, alpasar por mi lado, me dijo quedito: Las aguas hablan a oídos justos. Si no atinas en tu decisión, tendrás que caminar en reversa lo ya caminado, y esto solo se da, cuando purifiques tus oídos y tu alma, cuando tus entrañas sean blancas como la luz de mayo. Esta toma te ayudará a levantar las huellas que ya dejaste. Me dejó estas palabras y los vapores a hierbas y medicinas que salíandesde sus adentros, poniendo entre mis manos un pequeño frasquito con una agua acanelada.

Me quedé, mirando el río, desde lo más alto de la Quilla. La mirada hacia las aguas mansas y quietas sembraban tristeza en mi ánimo. No me decían nada. Las bravas y retozonas que se iban corriendo por el camino de la derecha me jalaban la mirada y su canto, grueso y alegre, se me pegaba adentro,aunque no entendía las palabras de su voz atropellada. Pasaron dos días con sus noches y agarré el camino de la derecha.

Le erré, por eso ahora ya bien viejo y con las fuerzas gastadas voy en reversa, buscando La Quilla nuevamente.

Ya tenía tiempo tanteado que había agarrado el camino equivocado, pero fue hasta después de la balacera, en el rancho “La Esperanza” que me di cuenta...