Mackenzie Ziegler

Páginas: 6 (1444 palabras) Publicado: 3 de febrero de 2015
















CUENTO MANZANITA
AUTOR: JULIO GARMENDIA































Cuando llegaron las grandes, olorosas y sonrosadas manzanas del Norte, la Manzanita se sintió perdida.
-¿Que voy a hacer ahora- se lamentaba- ahora que han llegado esas manzanas extranjeras tan bonitas y perfumadas? ¿Quien va a quererme a mi? ¿Quien va aquerer llevarme, ni sembrarme,ni cuidarme, ni comerme,ni siquiera en dulce?
La Manzanita se sintió perdida,a cavilar en un rincón. La gente entraba y salia de la frutería. Manzanita les oía decir:
-¡Que preciosidad de manzanas! Déme una.
Deme dos.
Deme tres.
Una viejecita miraba con codicia a las brillantes y coloreadas norteñas; suspiró y dijo:
-Medio kilo de Manzanitas criollas, marchante;¡que no sean demasiado agrias, ni demasiado duras, ni demasiado fruncidas!

La Manzanita se sintió avergonzada, y empezó a ponerse coloradita por un lado,cosa rara que rara vez le sucedía.

Y las manzanas del Norte iban saliendo de sus cajas, donde estaban rodeadas de fina paja, recostadas sobre aserrín, coquetonamente envueltas en el más suave papel de seda.
Habían sido traídas en avióndesde muy lejos, y todavía parecían un poco aturdidas del viaje, lo que las hacía aún más apetitosas y encantadoras.

A mí me traen en sacos, en burro y después me echan en un rincón en el suelo pelado... Cavilaba Manzanita,con lágrimas en los ojos, rumiando su amargura.

Estaba cada vez más preocupada. Aunque a nadie había dicho palabra de sus tribulaciones, las otras rutas, sus vecinas,veían claramente lo que pasaba; pero tampoco decían nada, por discreción. Hablaban del calor que hacía; de la lluvia y el sol; de los pájaros; de los insectos y la tierra; o bien cambiaban reflexiones acerca de las gentes que entraban y salían de la frutería, en tanto que la pobre Manzanita se mordía los labios y se tragaba sus lágrimas en silencio.

Ya las norteñas se acababan, se agotaban; yael frutero traía nuevas cajas, con mil remilgos y cuidados, como si fueran tesoros que se echaban sobre los hombros. La Manzanita no pudo aguantarse más.

-Señor Coco... - llamó en voz baja, dirigiéndose a uno de sus más próximos vecinos, un señor Coco de la Costa, que estaba allí envuelto en su verde corteza.

-Usted que es tan duro, señor Coco – repitió Manzanita con voz entrecortada yllorosa... que a nada le teme; que se cae desde lo alto de los brazos de su mamá, y en vez de ponerse a llorar; son las piedras las que lloran si usted les cae encima...

esto ofendió un tanto al buen señor Coco, el cual creyó necesario hacer una aclaratoria, poniendo las cosas en su puesto.

-Es cierto que soy duro- explicó- pero eso no quiere decir que no tenga corazón. Es mi exterior, quees así. Por dentro soy blando, tierno y suave como una capita de algodón.

Es lo que yo digo, señor don Coco – se apresuró a conceder la Manzanita- . Yo sé que su agua es saladita como las lágrimas, y que eso viene de su gran corazón que usted tiene.

-Así es -asintió el buen Coco satisfecho--. ¿ Y que quería usted decirme, amiga Manzanita? !Estoy para servirle¡

Ya usted se habráfijado – dijo la Manzanita, conteniendo a duras penas sus sollozos. -- en lo que está pasando aquí en la frutería. Esas del Norte, ¡esas intrusas! Ocupan la atención de todo el mundo, y todos las encuentran muy de su gusto, señor Coco, !señor Cooooo¡... - Y la pobre Manzanita rompió a llorar a lágrima viva.

El coco no hallaba qué hacer ni que decirle a Manzanita. Viendo esto otra vecina, seacercó pausadamente para tratar de consolarla.

--!Ay señora Lechosa¡ --gimió Manzanita echándole los brazos al cuello--. ¡Qué desgracia la mía!

--Cálmate, Manzanita cálmate-- le decía maternalmente la lechosa (que era una señora lechosa bastante madura y corpulenta).

Volviéndose hacia los otros vecinos, con los ojos húmedos, -tan blanda así esa--. Preguntó la Lechosa:

--¿Qué me...
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