Madre Ayahuasca
Cálida, dulciamarga y fuerte, fluye en mi cuerpo con el sabor acre de las cosas buenas. Un paisaje despejado ante mí, mucho cielo azul, viento,sol y tierra.
Al apagarse la luz y al conjuro de los icaros, veo junto a mí a una adolescente que, saliendo de la botella que contiene la pócima de la Ayahuasca, crece mientras va bailando. Tienerasgos amerindios, pelo negro, lacio y largo y ojos rasgados. Su cuerpo flexible es vegetal y danza alrededor mío mientras sonríe y conforme va girando, envejece sin perder gracia en el movimiento. Esahora una anciana afectuosa y amiga y la siento protectora: me sorprende. Y entonces su mirada se pone traviesa y vuelve a ser joven.
La Ayahuasca me toma de la mano y raudamente me lleva a travésde bosques y aire hasta el mar. Allí me sumerge, pese a mi temor, y descubro con sorpresa que lo que yo creía un lugar peligroso y desolado es un mundo lleno de vida, peces de colores, corales, luz ytibieza. En el fondo marino descubro un cofre mohoso en cuyo interior me reencuentro con una parte mía ahí encerrada. Y recién entiendo la mirada traviesa de la Ayahuasca y la intención que...
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