Madrid otoño sábado

Páginas: 269 (67208 palabras) Publicado: 14 de marzo de 2016
 Annotation

   Madrid, otoño, sábado recoge por primera vez todos los cuentos de Josefina Aldecoa. Se trata de un compendio de relatos cargados de intimidad, de belleza y, en ocasiones, de un brutal realismo no exento de dulzura y del que la autora se nutre para regalarnos pasajes luminosos, evocadores, propios de una de las voces femeninas más inteligentes y relevantes de las letrasespañolas.
   Con una prosa que destila femineidad y genio narrativo, Aldecoa traza la silueta de temas universales —la niñez, la esperanza, las ilusiones rotas, el amor, las relaciones familiares, la muerte— pero que son presentados a través de un prisma único, irrepetible, el de la mirada de una autora imprescindible para entender la literatura española del último siglo.
   Incluye los libros A ningunaparte (1961) y Fiebre (2001), y los cuentos sueltos Cuento para Susana (1988) y El mejor (1998).
JOSEFINA ALDECOA
 
 
Madrid, otoño, sábado
 
 
 
 
 
 
 
Alfaguara
Sinopsis
 
   Madrid, otoño, sábado recoge por primera vez todos los cuentos de Josefina Aldecoa. Se trata de un compendio de relatos cargados de intimidad, de belleza y, en ocasiones, de un brutal realismo no exento de dulzura y del quela autora se nutre para regalarnos pasajes luminosos, evocadores, propios de una de las voces femeninas más inteligentes y relevantes de las letras españolas.
   Con una prosa que destila femineidad y genio narrativo, Aldecoa traza la silueta de temas universales —la niñez, la esperanza, las ilusiones rotas, el amor, las relaciones familiares, la muerte— pero que son presentados a través de unprisma único, irrepetible, el de la mirada de una autora imprescindible para entender la literatura española del último siglo.
   Incluye los libros A ninguna parte (1961) y Fiebre (2001), y los cuentos sueltos Cuento para Susana (1988) y El mejor (1998).
 
 
 
   Autor: Aldecoa, Josefina
   ©2012, Alfaguara
   ISBN: 9788420412429
   Generado con: QualityEbook v0.75
Madrid, otoño, sábado   Josefina Aldecoa
A NINGUNA PARTE
 
 
   El niño y los toros
 
   LOS coches se balanceaban por los desniveles del terreno en un avance torpe hacia el camino. Pasaron entre los toros esquivándolos, rozando a veces levemente sus cuerpos. Los toros se quedaban inmóviles a su paso. Con las cabezas levantadas, miraban por encima de los ruidosos vehículos a algún punto fijo y lejano.
   «¿Por qué nunca searrancan?», pensó Juan.
   Tumbado sobre el vientre, estiraba las piernas y miraba abajo, a las cuestas ondulantes de la dehesa por las que se perdían ya los automóviles. Sus dedos apretaron un terrón y al desmenuzarlo sintió un corazón de humedad bajo la seca coraza. Por los afilados vértices de las yerbas temblaban indecisas gotas de agua. El aire olía bien. Algunas nubes altas y blancas marchabanhacia el Sur. «Hacia el mar. Como ellos», pensó Juan. Cerró los ojos. Imaginó una carrera de nubes y coches hasta la costa.
   —¡Juan!
   La voz venía de la casa grande, no de la cuadra.
   —Voy —dijo Juan.
   Se levantó.
   Al entrar de la luz, Juan no pudo distinguir nada en el portal sombrío.
   —Ven —oyó—. Entra a ayudar a tu madre.
   La cara de don Lucas era una mancha pálida en la puerta deldespacho.
   —Sí, señor —dijo Juan.
   Ahora ya podía ver el cuerpo negro del cura destacándose de la penumbra. Se acercó a él y le besó la mano. Luego se fue por el pasillo llamando a su madre.
   —¿Estás ahí, madre?
   El olor del café, el olor de la chapa encendida, la ventana llena de sol. Como todos los lunes.
   —Vamos, entra.
   En un extremo de la mesa estaba la taza humeante y el plato conlas tostadas untadas de mermelada. «Sólo dos», se dijo resignado. La madre fregaba la pila. Le acució:
   —Despabílate, que tenemos que hacer.
   Al pasar el café con leche por la garganta, la dejaba lisa y caliente.
   —Los vi marchar —dijo Juan.
   La madre no contestó. Callaba y trabajaba. Sus manos se movían entre los cacharros como dos animalillos morenos y ágiles. El suelo de la...
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