Maestra
podría brindármelo. Me propuse aprovecharlo a conciencia, seguro como estaba de que,
una vez en la anunciada isla, el ritmo de mi aventura volvería a intensificarse.
Estuve unos minutos deambulando casi a ciegas por los diversos rincones de cubierta. El carguero, siempre con las luces apagadas, se estaba ya alejando de la costa: el sordo ruido de los motores así lo atestiguaban.Nadie me había indicado cuál sería mi camarote, pero eso no me preocupaba por el momento. No obstante, y a pesar de que la oscuridad dificultaba todo movimiento, quise efectuar un breve reconocimiento de los compartimentos interiores.
Los tripulantes estaban muy ocupados en sus respectivos puestos. Estaban obligados a prestar una altísima atención a su trabajo al estar el buque, a causa de sufurtividad y de su objetivo de burlar la vigilancia de los guardacostas, con todas las luces apagadas. El peligro de una colisión o cualquier otro percance era, bajo aquellas condiciones, muy grande.
Anduve por un pasillo angosto al que daban diversas puertas que, al tacto, supe cerradas. Supuse que eran los camarotes de los marineros. Al final de mi recorrido descubrí, por fin, algunos destellos deluz que escapaban por debajo de una de las puertas. Era el primer resplandor que veía desde mi llegada al carguero. Sin duda no lo habían eliminado porque desde el exterior era inapreciable y no hacía peligrar el camuflaje del buque entre las sombras marítimas.
Pensé que si había luz en aquel compartimento sería por algún motivo interesante, y me decidí a empujar la puerta. Mi condición deinvitado especial de Yamai de Cronos me autorizaba a tomarme aquella libertad.
Entré y cerré rápidamente la puerta tras de mí para no ocasionar ni el más leve destello
en cubierta.
Sí, se trataba de un camarote. Mas, a pesar del limitado espacio, había allí una
atmósfera especial, grata, difícil de definir.
Una lámpara de aceite ardía débilmente. Mis ojos, después del tiempo en que habíanestado sumergidos en la negrura, se sintieron atraídos por los parpadeos de la llama.
Sólo después de un breve rato me di cuenta de que alguien dormía en la única litera, casi enteramente bajo una tosca cobija. Su sueño parecía ser profundo y, desde luego, mi entrada no lo había interrumpido.
Estaba decicido a salir, en busca de más significativos hallazgos, cuando,
inesperadamente, la personadormida, sin depertarse, varió su posición en la litera.
Entonces pude verle el rostro. Me sorprendí al descubrir que era Tulane aunque, en realidad, tenía que haberlo imaginado. Mi primer impulso casi me movió a despertarla, ¡esperaba que me aclarase tantas cosas! Pero, me contuve.
De la expresión de su cara se podía deducir que su sueño era singularmente profundo, parecía casi un éxtasis.De inmediato la idea de despertarla quedó excluida de mis pensamientos: en aquellas circunstancias hubiese sido un sacrilegio.
Me senté en el suelo, muy cerca de la rústica litera, con la intención de velar su sueño hasta que ella, por su propio impulso, despertase. No me importaba que la espera pudiese prolongarse: cerca de Tulane experimentaba agradables sensaciones. Entorné los ojos, evocandonuestro primer encuentro en las proximidades de la vieja mansión.
Su voz me sorprendió: no esperaba en modo alguno escucharla tan pronto.
—Sólo tu presencia podía hacer que me despertase tan de pronto...
Sonaba todavía bañada por los sopores del sueño, pero cada una de sus palabras llegó
a mí nítidamente. Abrí los ojos en el acto y la vi, mirándome, con las sienes húmedas.
El significadode lo que había dicho se me escapaba en aquel momento, y cuando iba a preguntarle acerca del mismo, otro hecho atrajo mi atención. Ella había efectuado un movimiento, apartando la manta de su torso. Sus brazos quedaron también al
descubierto y entonces pude ver que, entre sus manos, apoyándose en su pecho, había un extraño objeto iridiscente que despedía fulgores mucho más intensos que los...
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