Malestar De La Cultura Sigmund Freud
Religión: para algunos es un sentimiento subjetivo de sensación de
“eternidad”; un sentimiento como de algo sin límites, sin barreras no un artículo de fe; de él no emana ninguna promesa de supervivencia personal, pero es la fuente de la energía religiosa quelas diversas iglesias y sistemas de religión captan, orientan por determinados canales y, sin duda, también agotan. Es unsentimiento de la atadura indisoluble, de la copertenencia con el todo del mundo exterior
Para el autor es un sentimiento que tiene más bien el carácter de una visión intelectual, no despojada de un tono afectivo, pero de la índole que tampoco falta en otros actos de pensamiento de parecido alcance.
Normalmente no tenemos más certeza que el sentimiento de
nuestro sí-mismo, de nuestro yo propio.Este yo nos aparece autónomo, unitario,
bien deslindado de todo lo otro. Que esta apariencia es un engaño, que el yo más bien se continúa hacia adentro, sin frontera tajante, en un ser anímico inconsciente que designamos “ello” y al que sirve, por así decir, como fachada el yo. Contrariando todos los testimonios de los sentidos, el enamorado
asevera que yo y tú son uno, y está dispuesto acomportarse como si así fuera.
Lo que puede ser cancelado de modo pasajero por una función fisiológica, naturalmente tiene que poder ser perturbado también por procesos patológicos. La patología nos da a conocer gran número de estados en que el deslinde del yo respecto del mundo exterior se vuelve incierto, o en que los límites se trazan de manera efectivamente incorrecta; casos en que partes denuestro cuerpo propio, y aun fragmentos de nuestra propia vida anímica -percepciones, pensamientos, sentimientos-, nos aparecen como ajenos y no pertenecientes al yo, y otros
casos aún, en que se atribuye al mundo exterior lo que manifiestamente se ha generado dentro del yo y debiera ser reconocido por él.
Se contrapone por primera vez al yo un “objeto” como algo que se encuentra “afuera” y sólomediante una acción particular es esforzado a aparecer
un procedimiento que, mediante una guía intencional de la actividad de los sentidos y una apropiada acción muscular, permite distinguir. Este distingo sirve, naturalmente, al propósito práctico de defenderse de las sensaciones displacenteras registradas, y de las que amenazan lo interno -lo perteneciente al yo- y lo externo -lo que provienede un mundo exterior-. Con ello se da el primer paso para instaurar el principio de realidad, destinado a gobernar el desarrollo posterior originariamente el yo lo contiene todo; más tarde segrega de sí un mundo exterior. Por tanto, nuestro sentimiento yoico que significa la estructura del yo de hoy es sólo un comprimido resto de un sentimiento más abarcador -que lo abrazaba todo,en verdad-, quecorrespondía a una atadura más íntima del yo con el mundo circundante. circundante. Si nos es lícito suponer que ese sentimiento yoico primario se ha conservado, en mayor o menor medida, en la vida anímica de muchos seres humanos, acompañaría, a modo de un correspondiente, al sentimiento yoico de la madurez, más estrecho y de más nítido deslinde. Si tal fuera, los contenidos de representaciónadecuados a él serían, justamente, los de la limitación y la atadura con el Todo principio de placer el que fija su fin a la vida. Este principio gobierna la operación del aparato anímico desde el comienzo mismo; sobre su carácter acorde a fines no caben dudas, no obstante lo cual su programa entra en querella con el mundo entero el propósito de que el hombre sea “dichoso” no está contenido en el plande la “Creación”. Lo que en sentido estricto se llama “felicidad” corresponde a la satisfacción más bien repentina de
necesidades retenidas, con alto grado de estasis, y por su propia naturaleza sólo es posible como un fenómeno episódico. Si una situación anhelada por el principio de placer perdura, en ningún caso se obtiene más que un sentimiento de ligero bienestar; estamos organizados de tal...
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