Mancuello Y La Perdiz
Por esto, y porque Mancuello se ausentó, los invitados cataban convencidos de que se iban a hallar en la fiesta. Fueron llegando a eso de las nueve. La casa culatas-enfrentadas de ÑaCandelaria estaba como de día, debido a la docena de lámparas ‘Sol de noche’84 -la suya y las que le prestara la vecindad oportunamente- que se colgaron a ancho de la galería central y en la ampliaenrramada bajo la que se iba a bailar. Formaba ésta un antiguo parral que, pesando en postes con alambres, regalaba una consistente y fresca cubierta.
Era digno de ver cómo presentaban losadornos que se pusieron en el lance del medio, la enrramada verde y tres de los cuatro lados del corredor jeré: variadas guirnaldas de papel, flor de cocotero (ya era diciembre ya, patroncito), karandilla,banderitas tricolores nacionales, ramos de resedá tan perfumada que hacía doler la cabeza, y con otras, rosa siete hermanas, niño azoté, clavel, sinesia, jazmín paraguái, jazmín mango, jazmín del caboy amarillo y de lluvia y del cielo y de leche y de plata, perlas y corales, azucena, poncho hovy, salvia morada, alelí, registro, hortensia, raído sombrero, mbery pytã, bola-de-gallo, guaireñita,amistad eterna, campanilla da lila y penacho desbordados.
Pero era indudablemente el lugar del abogado de la familia, el niñito Jesús que le desvió de la muerte a Fermina Servián, el que mejorse atavió.
Por el caso ofrecido, le sacaron de donde se le guardaba, preparándole cuidadosamente una ubicación especial en el corredor delantero, sobre una mesa pegada a la pared y tapadacon un mantel de aopo'í totalmente exornado y con fragancia surgente de pacholí.
Y ahora ahí estaba con su sonrisa límpida, con su débil y, sin embargo, continuada llama, coronado de capullosreventones y brotos con rocío, resplandeciente y victorioso; sus bracitos abiertos parecían hacer una señal para que comenzaran a divertirse en su nombre.
Lo único molestoso era la...
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