Mandalas: entre juegos y rituales
Este escrito se funda en nuestra condición de testigos. Hemos sido testigos de diversos “poderes” de un mandala: el de abrir los ojos, despertar suspiros, gestar ansiedades y “registrarlas”, preparar espacios de “vacíos llenos”, entre otras virtudes. Por cierto, virtudes tan bien contadas en muchos libros que afortunadamente hablan de mandalas, que recuerdande dónde viene el nombre y hacia dónde puede dirigirnos.
En este caso la intención es dar cuenta, como buen testigo, de qué cosas suceden cuando, después de pasar el lampazo al lugar de trabajo, reunir los materiales pertinentes, preparar el mate y los colores, llega nuestra gente y les ponemos en las manos un mandala. Porque es allí que comienza un viaje, sencillo y hondo, de adentro haciafuera, de afuera hacia adentro. Y se ponen en evidencia nuestras humanidades.
Sabemos que los mensajes padecen de los límites de los mensajeros. Los mensajes pueden ser vastísimos pero habrá de conformarse con el universo de palabras y gestos que tenga el chasqui.. Es también lo que nos pasa: alcanzamos a advertir que un mandala condensa verdades que apenas si podemos contarlas, opera en nivelessuperiores, más hondos de lo que podemos captar con nuestros condicionamientos. Y que esto sirva de advertencia: los mandalas son más que las palabras de quienes los nombran, y trabajan más allá de todo lo que podamos plantearnos como “objetivos” al tratarlos.
Es todo un desafío, porque lo que llamamos Aire o Espíritu de un mandala sabemos que existe pero no podemos asirlo.Y más palabrasintentamos para explicarlo en sus efectos y más lejos se nos escapa. Tendremos que trabajar sobre nuestro propio espíritu para que desde allí, con otros códigos, hagamos tratos con un mandala. Para establecer una conversación con él.
Es fácil caer en la cuenta de que la conversación será verdadera mientras haya más confianza; y la confianza tiene un asiento importante en el encuentro cotidiano, en lafamiliaridad y en el arte del detenimiento Por eso creemos que el trato diario con los mandalas será lo que abra portales entre su Espíritu y el nuestro. Sin esta advertencia podríamos perdernos la dimensión del trabajo mandálico, que depende tanto del mandala como del espíritu que lo trabaje. En relación con una actividad docente podríamos retraducir esto y decir que el maestro deberá ser capazde saborear su propio espíritu y dar aire al fuego vital que lo constituye para “soplar la brasa” que duerme en el corazón de sus discípulos. Creemos que estamos hechos para ser despertar y gestar despertares en nuestros alumnos.
Como decíamos, en estos tiempos está resonando más y más la existencia de los mandalas. Y circulan cientos, miles de mandalas por internet o libros, de una bellezaenorme. Gracias a redes de distinto tipo son algo disponible, accesible para quienes quieran conocer, observar mandalas, colorearlos, etcétera. Entonces, esa no será tarea nuestra esta vez sino que en este caso concretamente queremos compartir aquello que hemos visto y sentido que pueden ser elementos o leyes estructurantes de un mandala, Para a partir de allí intentar acercanos un poco más al Aireque los sostiene en medio de pueblos de distinto tono y tiempo. Acercarnos al Espíritu que los habita y que finalmente permite que cuando alguien se conecta con ellos para pintarlos o construirlos, “algo” en la persona también se modifique. Es decir, podemos ir desde los huesos de los mandalas (sus elementos estructurantes) al espíritu que alojan, al aliento que los vuelve un instrumento de “másvida” en quien los trabaja. Porque, será mensaje dicho una y otra vez en este libro, el trabajo con mandalas abre espacios en los corazones, en los días de la gente, entre sus preocupaciones, entre sus prejuicios y diversas consideraciones, y eso significa “hacer lugar” en el cotidiano de cada uno, conquistar territorio interior. ¿Cuántas cosas encuentran la posibilidad de nacer, madurar, y ser...
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