Manguel
Rubén H. Dunda
Del aluvión de medidas tomadas por el gobierno del Presidente Macri en sus primeros días, casi ha pasado desapercibido, el nombramiento del director de laBiblioteca Naciónal, recaído sobre el prestigioso intelectual argentino Alberto Manguel. El Dr Alberto Manguel posee una apabullante y “extensa carrera ligada al mundo del libro, la edición y lasbibliotecas”, “eximio escritor” (…) “..un experto en el campo de la bibliotecología con importante número de libros escritos”, fueron las palabras de la prensa y del ministro de Cultura de la Nación, PabloAvelluto.
Nada podemos objetar de esta designación. También le resultaría gravoso al ánimo crítico, examinar aquellos aspectos más pedestres, como los costos que demandará esta decisión. Hay que tener encuenta que se trata de repatriar a alguien que emigró de la Argentina en 1968 para residir de manera permanente en Nueva York, y aunque volvió a la Argentina en 1974, ha manifestado que “no se trató deun retorno”, sino para confirmar “que éste no era mi lugar”.
Los hombres con veteranía en la política solían decir que cuando un gobernante apela a la designación de una figura expectable piensanprimero; en cuanto acrecienta el propio prestigio, los méritos del incorporado (construcción del ethos, en los retorico), segundo; sosegar las presiones provenientes de otros demandantes del puesto ytercero; la confianza en que se realice una gestión aceptable. Para el caso, creemos que están dadas las condiciones como para esperar el logro de los tres propósitos.
Ahora bien, los hombres de lacultura (acentúo el singular), en general son portadores de los distintos perfiles problemáticos que surgen de la propia actividad. Recientemente, no más, hemos sido testigo de la metamorfosis operada elalgunos gestores culturales, su transformación en efectivos “intelectuales orgánicos” al servicio de un determinado poder dominante.
Luego, no sería impertinente preguntarse qué cultura nos trae...
Regístrate para leer el documento completo.