MANUELA Y LOS TULIPANES
El sol calentaba suavemente la carretera mientras el automóvil se deslizaba a velocidad de paseo por entre las arboledas de la campiña. La familia de Manuela no dejaba de expresar su asombro por aquellos paisajes soñados que tanto habían anhelado conocer y que finalmente podían observar de cerca.
Las paradas eran constantes y tanto los papás como Federico, el hermanomayor de la niña, no podían escapar al hechizo de los aromas que la naturaleza de La Camargue les regalaba. Las fotografías y los comentarios de todos, parecían molestar a la pequeña que continuaba con su aire displicente e inexplicable. Nadie entendía cuál era el motivo de su enfado y trataban de ignorar su comportamiento para que no opacara la belleza del momento.
Al final de la tarde llegaron ala posada que los hospedaría y se instalaron alegres en sus habitaciones. Mientras Manuela desempacaba sin ganas, su madre tocó a la puerta de la habitación y entró despacito, como si tratara de no enfadarla más todavía.
- ¡Qué es lo que te ocurre Manuela? ¿Se puede saber, por qué esa actitud?- preguntó la madre y aguardó en vano una respuesta.
- Te estoy hablando, hija. No me ignores. Esperamosmucho tiempo para este viaje y nos estás haciendo pasar un mal momento. – agregó la madre en un tono acusador, pero sin levantar la voz.
- Yo quería ir a Disneyland con mis amigas, ya se los dije.- contestó Manuela con desagrado.
- Eso no es posible, ya te lo explicamos. Este es un viaje en familia para conocer las tierras de nuestros antepasados.
- ¡Hmmf!- fue el comentario de Manuela, quecontinuó con sus cosas sin prestarle más atención.
La mamá de la pequeña se retiró contrariada sin despedirse. A las ocho en punto, todos bajaron a cenar en el comedor de la posada, excepto Manuela que pidió que le enviaran un sándwich a la habitación. Cenaron y rieron, no estaban dispuestos a dejar que la actitud de la niña arruinara el viaje. Luego del delicioso postre, se retiraron a lashabitaciones para descansar, todavía les faltaba mucho para llegar al pueblo de los ancestros.
A la mañana siguiente, muy temprano, la familia continuó su viaje ya sin tantas paradas para llegar antes del anochecer al pueblo de Baux de Provence y conocer el lugar donde había nacido el bisabuelo Jean Luc. Una encantadora melodía tradicional de la región sonaba en la radio del auto y la familia tarareabaalegre, mientras la pequeña parecía distraída mirando el paisaje.
De pronto Manuela pidió que detuvieran el auto junto a una plantación de tulipanes azules que pintaban la campiña hasta fundirse con el cielo. Era un paisaje sobrecogedor y todos estuvieron de acuerdo en que era una idea maravillosa parar allí.
Bajaron del auto y se adentraron entre las flores hasta que casi no se podían ver. Lasmariposas danzaban y sobrevolaban sobre las cabezas y Manuela comenzó a perseguir una enorme mariposa roja que tocó su sombrero. Estaba encantada y nada le preocupaba en ese momento. De pronto sintió una voz de niña que la llamó por su nombre y se dio vuelta sorprendida.
- Hola Manuela. Bienvenida.- dijo la pequeña desconocida.
- ¿Cómo conoces mi nombre? ¿De dónde saliste? No te había visto.
-Me llamo Cécile y somos familia.- respondió la misteriosa niña.
- ¿Cómo sabes tanto sobre mí? ¿Es que todavía tenemos familia aquí?- preguntó Manuela, que no salía de su asombro.
- Sabía que vendrían. Toda la familia lo sabe.
- Ven conmigo, te presentaré a mis padres y a mi hermano.
- Bien.
Las niñas se tomaron de la mano y corrieron hacia donde estaba la familia de Manuela. Cuando ya estabancerca, Manuela soltó a la pequeña y corrió más rápido llamando a sus padres.
- ¡Vengan a conocer a Cécile! Ella es nuestra familia.- gritaba Manuela llena de alegría.
- ¿Quién es Cécile?- preguntaron todos a coro.
- Ella es Cécile. Nos estaba esperando.- dijo la niña señalando al aire.
- Allí no hay nadie, Manuela.- comentó el padre extrañado.
- Está por aquí. Se debe haber escondido.
-...
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