Maquiavelo y la fecundidad del mal

Maquiavelo y la fecundidad del mal.
Europa dominada por el imperativo de la salvación cristiana no es solamente el poder exterior de una institución imperiosa, sino que es además y ante todo una convicción del alma.
El primer gran intento de emancipar la naturaleza política del hombre se realizó alrededor del año 1300 en Italia, cuando el redescubrimiento de las obras de Aristóteles. Enadelante, el pensamiento antiguo podrá hablar por sí mismo, con sus propias palabras o por lo menos en traducciones relativamente fieles; es en esa época cuando la oposición al poder político del papado encuentra sus primeras expresiones clásicas en las obras de Dante y de Marsilio de Padua, pero el desarrollo de la política europea no se realizó de conformidad con los principios propuestos por Dante oMarsilio.
Los principios de la antigüedad clásica no permitían realmente conquistar la independencia del mundo profano frente a la Iglesia. La filosofía de Aristóteles puede servir tanto para formular la pretensión de la Iglesia a la soberanía terrestre como para formular la reivindicación del mundo profano contra la Iglesia.
El hecho de que se presentara a dos usos contrarios basta paraestablecer que dicha filosofía no podía ser la base de una nueva definición política de las relaciones entre la ciudad profana y la Iglesia.
Dos siglos después, también en Italia, con Maquiavelo el pensamiento político se convierte en parte de la situación política; es la experiencia moderna lo que encuentra una interpretación de sí misma, la cual va a decidir sobre la orientación del espíritu europeo,constituyéndose así en el papel fundador. Este autor es florentino y su “experiencia de las cosas modernas” es la experiencia de la vida política en una ciudad, considerada ésta como particularmente hostil y vulnerable frente a la Iglesia. Él enseñaba a proceder mal: a adueñarse del poder mediante la astucia y la fuerza y matar al enemigo cuando se presente la ocasión. Estar de acuerdo con estepunto de vista significa admitir el “mal” es políticamente más significativo, más sustancial, más “real” que el “bien”.
Maquiavelo quiere hacernos perder nuestra “inocencia”, es el primero de los maestros de la sospecha, porque si bien la tríada está compuesta por Marx, Nietzsche y Freud, quienes nos invitaron a dudar de nuestros mejores motivos, fue Maquiavelo el primero que llevó la sospecha alpunto estratégico de la vida de los hombres: a su vida política. El “bien” no sobreviene ni se mantiene por el “mal”, por lo tanto, resulta imprudente y hasta absurdo querer “mejorar” o “perfeccionar” el bien de la ciudad gracias a un bien “superior” que la religión se encargaría de aportar. Semejante contribución no haría más que desbaratar el funcionamiento “natural” de la ciudad. Afirmar lanecesidad y la fecundidad del mal es afirmar la autosuficiencia del orden terrestre, del orden profano.
La ciudad presenta una división fundamental: pueblo y los grandes; ambos se caracterizan por lo que nuestro autor llama “humores diversos”: el pueblo no quiere ser oprimido, y los granes sólo quieren oprimirlo. El príncipe que sepa apoyarse en el pueblo contra los grandes, sin confundir su interésni su punto de vista con los del pueblo, tendrá la posibilidad de fundar un orden estable.
Comparamos este capítulo con la Política de Aristóteles. El tema es el mismo: presenta un diálogo entre el demócrata y el oligarca. Aristóteles muestra cómo cada reivindicación del cuerpo social, por parcial que sea, apunta hacia la justicia o el bien que es el fin del cuerpo político.
En la descripciónde Maquiavelo, cada elemento de la ciudad está encerrado en su propio “humor”; en la descripción de Aristóteles, cada “humor” conserva un punto de enlace con el bien.
Hay ciertamente un elemento de la ciudad maquiavélica cuyo humor puede considerarse, en cierto sentido, “bueno”. El deseo del pueblo es, después de todo, inocente: no quiere ser oprimido; el bien sólo se encuentra en la forma...