MAR DE HISTORIAS
El amor en los tiempos del tuit
Cristina Pacheco
E
n la recámara se escuchan el rumor de la televisión y la voz temblorosa de Eunice:
–¿Eres tú?
En la sala-comedor se enciende la luz y se oye la respuesta de Daniela:
–Soy la única que tiene llave del departamento. ¿O qué ya le rentaste mi cuarto a otra persona? (se quita los zapatos, se acomoda en un sillón y se frota lospies) Si hubiera sabido que íbamos a pasarnos todo el tiempo caminando, mejor habría llevado botas.
Eunice (con una toalla sobre los hombros y el tinte recién puesto en la cabeza): Acaba de terminar la novela. No te esperaba tan temprano.
Daniela: Si te estorbo, me voy.
Eunice: ¡Qué genio! ¿Cenaron gallo o qué cosa?
Daniela: ¡Nada!
Eunice: No me digas que Juan Carlos no te invitó (arrastrauna silla y se sienta al lado de su amiga). Se suponía que iban a festejar que al fin pudieron verse.
Daniela: Pues sí, pero…
Eunice: Si tienes hambre te invito a la pizzería de la esquina. En dos minutitos me lavo la cabeza y nos vamos.
Daniela: No, gracias (se levanta), Lo único que quiero es dormirme y que termine este maldito día.
Eunice: Pero si ayer te pasaste todo el tiempo esperándolocon la ilusión de ver a Juan Carlos. ¿Qué pasó?
Daniela: Mejor pregúntame qué no pasó (entra en la recámara estrecha con ropa colgada en las paredes). Invertí horas pensando en qué vestido ponerme, cómo arreglarme, y todo ¡para nada! (se desploma en la cama) ¡Pendeja, recontrapendeja!
Eunice: ¿A quién le dices tan feo?
Daniela: A mí, ¿a quién más? Todo iba muy bien hasta que se me ocurrióinsistirle a Juan Carlos que teníamos que vernos, ver-nos, hablarnos en persona para decirnos cosas que no caben en untuit. Mala idea. Cuando lo vi no se me ocurrió qué decirle. Me sentí incómoda, como si estuviera con un desconocido y no con el hombre al que amo desde hace cuatro años.
Eunice: No, mucho más. Acuérdate que mi hermano Jairo te lo presentó la noche en que le hicimos su fiesta dedespedida y ya va para cinco años que él vive en Nebraska. (Mira su reloj.) Corro a quitarme el tinte. Ya se me pasó de tiempo. No vaya a quedarme calva. (Se detiene en la puerta.) No te duermas. Tenemos mucho de qué platicar.
II
Sobre la mesa hay un frasco de café soluble y dos tazas con el logotipo de la compañía en donde trabajan las amigas.
Eunice: Desahógate, dime qué sucedió.
Daniela: No puedo,porque no ocurrió nada.
Eunice: No te creo.
Daniela: Pues créeme. Ni una sola cosa pasó como Juan Carlos y yo la habíamos planeado. Siento que en vez de acercarnos, estamos más lejos que durante los meses en que no nos vimos.
Eunice: Habla claro. Empieza por el principio. Eso te ayudará a entender y a sentirte mejor.
Daniela: Okey (se concentra). Cuando me bajé en el Metro Hidalgo, Juan Carlosestaba esperándome. Corrió a besarme.
Su saliva me supo rara, quizá porque hacía tiempo que no nos besábamos. Además me dio vergüenza que la gente nos viera.
Eunice: Ay, ni quien se fije. ¿Juan Carlos está bien?
Daniela: Muy subido de peso en comparación a la última vez que nos vimos: fue en junio, para el día de su cumpleaños.
Eunice: ¿En serio desde entonces no se veían? Te juro que no medi cuenta.
Daniela: Porque entonces aún no te alquilaba el cuarto ni nos teníamos tanta confianza. Me salí de la casa de mis padres para tener más libertad con Juan Carlos y mira lo que son las cosas: lo he visto menos que nunca. Por fortuna, todo este tiempo hemos estado en contacto por el celular. A cada rato nos mandamos tuits. Anoche me escribió que ansiaba llevarme al Farallones: el hotel endonde pasamos nuestra primera noche.
Eunice: ¿Ya ves cómo eres de habladora? Antes me saliste con que no había pasado nada y ahora me dices que se fueron al hotel.
Daniela: Sí fuimos, pero ya no lo encontramos. Donde estaba el Farallones ahora hay una oficina de atención para personas de la tercera edad, un cibercafé y gimnasio.
Eunice (se muerde los labios): Perdona que me ría.
Daniela: No...
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