Mar a
Jorge Isaacs
Colección
Novelas
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Dirección General: Marcelo Perazolo
Dirección de Contenidos: Ivana Basset
Diseño de cubierta: Daniela Ferrán
Diagramación de interiores: Vanesa L. Rivera
Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su tratamiento
informático, la transmisión de cualquier forma o de cualquier medio, ya sea
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Primera edición en español en versión digital
© LibrosEnRed, 2008
Una marca registrada de Amertown International S.A.
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Índice
I
9
II
10
III
12
IV
14
V
16
VI
19
VII21
VIII
24
IX
25
X
28
XI
30
XII
32
XIII
34
XIV
35
XV
37
XVI
40
XVII
46
XVIII
50
XIX
53
XX
62
XXI
66
XXII
76
XXIII
84
XXIV
90
XXV
92
XXVI
100
XXVII
104
XXVIII
109
XXIX
115
XXX
118
XXXI
121
XXXII
128
XXXIII
131
XXXIV
135
XXXV
139
XXXVI
149
XXXVII
155
XXXVIII
162
XXXIX
167
XL
171
XLI
178XLII
181
XLIII
186
XLIV
191
XLV
195
XLVI
200
XLVII
204
XLVIII
207
XLIX
218
L
228
LI
231
LII
235
LIII
239
LIV
241
LV
243
LVI
245
LVII
250
LVIII
259
LIX
263
LX
267
LXI
269
LXII
271
LXIII
276
LXIV
279
LXV
281
Acerca del autor
283
Editorial LibrosEnRed
284
A los hermanos de Efraín
He aquí, caros amigos míos, lahistoria de la adolescencia de aquel a quien
tanto amasteis y que ya no existe. Mucho tiempo os he hecho esperar estas páginas. Después de escritas me han parecido pálidas e indignas de ser
ofrecidas como un testimonio de mi gratitud y de mi afecto. Vosotros no
ignoráis las palabras que pronunció aquella noche terrible, al poner en mis
manos el libro de sus recuerdos: «Lo que ahí falta tú lo sabes:podrás leer
hasta lo que mis lágrimas han borrado». ¡Dulce y triste misión! Leedlas,
pues, y si suspendéis la lectura para llorar, ese llanto me probará que la he
cumplido fielmente.
LibrosEnRed
I
Era yo niño aún cuando me alejaron de la casa paterna para que diera principio a mis estudios en el colegio del doctor Lorenzo María Lleras, establecido en Bogotá hacía pocos años, y famoso en todala República por aquel
tiempo.
En la noche víspera de mi viaje, después de la velada, entró a mi cuarto una
de mis hermanas, y sin decirme una sola palabra cariñosa, porque los sollozos le embargaban la voz, cortó de mi cabeza unos cabellos: cuando salió,
habían rodado por mi cuello algunas lágrimas suyas.
Me dormí llorando y experimenté como un vago presentimiento de muchos
pesares que debíasufrir después. Esos cabellos quitados a una cabeza infantil; aquella precaución del amor contra la muerte delante de tanta vida,
hicieron que durante el sueño vagase mi alma por todos los sitios donde
había pasado, sin comprenderlo, las horas más felices de mi existencia.
A la mañana siguiente mi padre desató de mi cabeza, humedecida por tantas lágrimas, los brazos de mi madre. Mis hermanas aldecirme sus adioses
las enjugaron con besos. María esperó humildemente su turno, y balbuciendo su despedida, juntó su mejilla sonrosada a la mía, helada por la primera
sensación de dolor.
Pocos momentos después seguía yo a mi padre, que ocultaba el rostro a mis
miradas. Las pisadas de nuestros caballos en el sendero guijarroso ahogaban mis últimos sollozos. El rumor del Zabaletas, cuyas vegasquedaban a
nuestra derecha, se aminoraba por instantes. Dábamos ya la vuelta a una
de las colinas de la vereda, en las que solían divisarse desde la casa viajeros
deseados; volví la vista hacia ella buscando uno de tantos seres queridos:
María estaba bajo las enredaderas que adornaban las ventanas del aposento de mi madre.
LibrosEnRed
II
Pasados seis años, los últimos días de un lujoso agosto me...
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