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En los despachos, combate nulo. A pesar de la insistencia de Real Madrid y Barça, la UEFA no ha tomado partido en esta escalada de denuncias y daños colaterales de una eliminatoria que, destinada adirimir la supremacía futbolística europea, ha mutado en un pulso de poder entre las dos superpotencias españolas. Los amigos de Platini han templado gaitas y por fortuna para sucesivos episodios de uncalado tan desagradable, se han inhibido. No se admite a trámite el vídeo merengue, un compilado de los presuntos mejores momentos del teatro azulgrana y también se desestima la petición culé demeterle un paquete a José Mourinho por su reiterada costumbre de esparcir porquería sobre el Barça. La UEFA ha rehusado profundizar en el fango (postura inusual en el organismo garante del Estado deBienestar del fútbol europeo) y ha preferido explotar la vía diplomática. Lo ha hecho a lo Poncio Pilatos, con una decisión salomónica e incolora, derrochando neutralidad suiza, aunque no ha logradodisuadir a ninguno de los demandantes. El Madrid apelará para exigir castigo a los que fingieron y el Barça se adherirá al expediente sancionador propuesto para censurar las acusaciones de Mourinho. Lapregunta es simple y directa: ¿Estas delaciones mutuas de Real Madrid y Barça, aporreando la puerta de la UEFA, son buenas para la imagen del fútbol español? La respuesta tiene dos letras, pero la palabraes una sola.

En el Real Madrid, dudas y certezas. Avalado por su historia, se predispone a morir con las botas puestas. Jugará en territorio comanche, estará obligado a llevar la iniciativa ydeberá tener la energía suficiente como para poder ollar la cima de un Everest histórico, remontar un 0-2 adverso por primera vez en su historia en la Copa de Europa. Pero tras la certeza de que el Madridvenderá cara su piel, subyacen dudas sobre su puesta en escena y sobre el plan que confeccionará Mourinho, autor intelectual de un primer asalto donde el Madrid acabó magullado y al borde del...