marcados por el destino
—Oh, éste te quedaría precioso, Kagome —indicó su buena amiga, Sango, emocionada, señalandouna fotografía en particular—. Lucirías como una princesa.
—No sé… ¿no te parece muy extravagante? —dudó la azabache al observar la imagen de un vestido apompado con muchos revuelos y una cola exageradamente larga para su gusto—. Creo que prefiero algo más sencillo. ¿Tu cuál crees que sea el más indicado, mamá?
—Pienso que debes elegir uno que te haga sentir cómoda y segura de ti misma, hija—aconsejó la señora Higurashi, amorosamente, buscando también varias alternativas. Ya no les quedaba mucho tiempo y la selección final no debería pasar de ese día.
—¿Por qué se complican tanto? Estoy seguro que Inuyasha quedará encantado con cualquiera que escojas, hermana —comentó Souta, ingenuamente. Después de todos estos meses de conocerlo y llevarse tan bien, se había dado cuenta que el hombreestaba completamente loco por Kagome. ¡Pobre!
Las mujeres rieron, divertidas, ante el comentario del niño, y continuaron mirando, embelesadas, los diversos vestidos.
La fragante brisa veraniega acarició su rostro sereno y varonil, meciendo suavemente sus largos cabellos negros, haciéndole sentir la paz reinante del lugar. Sus orbes dorados relucían con brillo propio,reflejando una mezcla de emociones indescriptibles, que se arremolinaban en su interior de manera descontrolada. Su vestimenta lucía impecable, desde los zapatos de charol bien lustrados hasta la chaqueta de frac de color negro que complementaba su traje elegante y formal. Su postura era completamente relajada, pese a los cientos de pensamientos que se cruzaban por su cabeza en esos momentos, pueshoy sería un día muy especial para él. Y, a pesar de sentirse internamente ansioso, jamás se hubiese perdonado no pasar a visitar el lugar de reposo de sus seres queridos, antes de desaparecer nuevamente por un tiempo.
—Desearía que pudieran acompañarme hoy —le habló al viento, esperando que, dondequiera que ellos estuvieran, lo escucharan y sintieran su dicha—. Ustedes la hubiesen adorado, tantocomo yo…
Manteniendo sus manos en los bolsillos de su pantalón negro, contemplo de manera nostálgica las cobrizas letras, grabadas sobre las tres lápidas de piedra que se levantaban de la tierra, delante de él. Una flor de distinto color y clase reposaba sobre cada una de las tumbas, representando el significado de cada uno de ellos en su vida, pese a ya no estar físicamente con él: Un lirio deazulinas tonalidades, que simbolizaba la verdad, la sabiduría y el valor; una magnolia de delicados pétalos rosados, personificando la delicadeza y belleza misma de la femineidad; y por último, pero no menos importante, una violeta azulada, describiendo la confianza y fidelidad. Una leve sonrisa melancólica se dibujó en sus labios al leer los nombres de Inu-no Taisho, Izayoi Taisho y RoyakanBanken, respectivamente.
Oh, sí, su fiel amigo y entrenador Royakan también ocupaba un importante espacio en su corazón, y por ende, merecía descansar al lado de sus padres. Había sido realmente duro y doloroso, confirmar por boca del anciano Myoga de su asesinato, después que partiera rumbo a la isla en busca de Kagome. De alguna manera, había tenido la esperanza de encontrarlo aún con vida,...
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