marco tulio ciceron - tratado de la republica

Páginas: 19 (4691 palabras) Publicado: 14 de mayo de 2013
MARCO TULIO CICERÓN
(Selección de textos)


* LA REPÚBLICA

LIBRO I

“M. Catón, desconocido y nuevo entonces, a quine todos los que seguimos sus huellas consideramos como modelo de actividad y virtud, pudo sin duda saborear los ocios de Músculo, paraje tan saludable e inmediato a la ciudad. Mas no faltan quienes le consideran insensato por exponerse, sin que a ello le obligase lanecesidad, a luchar hasta la extrema vejez en el tempestuoso mar de los negocios públicos, prefiriendo esta agitación al reposo de vida retirada y pacífica. Paso en silencio los innumerables varones que han prestado a la patria esclarecidos servicios, y desisto especialmente de nombrar a los que están cercanos a nuestra época, para que nadie pueda quejarse de mi silencio acerca de él mismo o de algunode los suyos. Lo único que quiero hacer constar es que, por la naturaleza misma, tiene la necesidad de virtud el género humano y le ha comunicado tan fuerte ardimiento por la salvación común, que esta fuerza vence todos los alicientes de la molicie y del reposo.
No ha de poseerse la virtud a la manera de un arte cualquiera, sin practicarla. El arte que no se practica puede poseerse como ciencia;pero la virtud consiste precisamente en la práctica, su mejor empleo es el gobierno de los asuntos públicos y su completo perfeccionamiento en la realización, no con palabras, sino con obras, de todas las grandes cosas que se proclaman en las escuelas. Nada han dicho los filósofos, que sea recto y honesto, que no hayan descubierto y practicado los legisladores de los pueblos. ¿De dónde procede lapiedad? ¿de dónde la religión? ¿de dónde el derecho público a ese otro que llaman civil? ¿de dónde la justicia, la buena fe, la equidad? ¿de dónde el pudor, la continencia, el horror a la torpeza, el deseo de honor y de fama? ¿de dónde la fortaleza en los trabajos y peligros? De aquellos que, habiendo depositado en la educación los gérmenes de estas virtudes, inculcaron unas en las costumbres ysancionaron las otras con las leyes. Dícese que habiendo preguntado al esclarecido filósofo Xenócrates qué ganaban sus discípulos, contestó: . Luego aquel ciudadano que consigue de todo un pueblo, por medio del saludable imperio y el freno de las leyes, lo que con sumo trabajo alcanzan los filósofos con sus discursos inculcar a uno pocos, debe colocarse muy por encima de todos los doctores queacerca de tales cosas discurren. ¿Qué cosa hay exquisita en los discursos de éstos que merezca anteponerse a un estado perfectamente organizado sobre la base del derecho público y las costumbres? Y como considero superiores las ciudades grandes y dominadoras, como las llama Ennio, a las aldeas y castillos, así también me parece que la sabiduría de los que gobiernan estas ciudades con su consejo yautoridad es muy superior a la de aquellos que imaginan teorías mostrándose alejados de los negocios públicos. Y puesto que nuestro mayor deseo es aumentar el caudal del género humano; puesto que nuestro empeño consiste en hacer más robusta y opulenta la vida de los hombres; puesto que la naturaleza misma nos imprime el impulso, perseveremos en este camino, que siempre fue el de de los mejores, ycerremos los oídos a la señal de retirada de los que quisieran hacer retroceder hasta a los que ya pasaron.
(…)

…cuando salí del consulado juré ante el pueblo romano, reunido en asamblea, que había salvado la República, y así también lo juró el pueblo, encontréme suficientemente recompensado de las injurias, cuidados y molestias que había soportado. Encontré, sin embargo, en mi desgracia mismamás honra que trabajo, menos sufrimiento que gloria, y los sentimientos de los buenos me produjeron mayor regocijo que tristeza la alegría de los malvados. Mas si, como dije, hubiera ocurrido lo contrario, ¿de quién podría quejarme? Nada podía soprenderme, ni nada tan grave había de acontecerme que no lo esperase como recompensa de mis importantes servicios. Y tanto es así, que si bien podía...
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