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Páginas: 939 (234686 palabras)
Publicado: 15 de noviembre de 2015
Adán Buenosayres
Leopoldo Marechal
Adán Buenosayres
A mis camaradas «martinfierristas»,
vivos y muertos, cada uno
de los cuales bien pudo ser un
héroe de esta limpia y
entusiasmada historia
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Leopoldo Marechal
Adán Buenosayres
PRÓOGO INDISPENSABLE
En cierta mañana de octubre de 192., casi a mediodía, seis hombres nos internábamos en el Cementerio
del Oeste, llevandoa pulso un ataúd de modesta factura (cuatro tablitas frágiles) cuya levedad era tanta,
que nos parecía llevar en su interior, no la vencida carne de un hombre muerto, sino la materia sutil de un
poema concluido. El astrólogo Schultze y yo empuñábamos las dos manijas de la cabecera, Franky
Amundsen y Del Solar habían tomado las de los pies: al frente avanzaba Luis Pereda, fortachón y
bamboleantecomo un jabalí ciego; detrás iba Samuel Tesler, exhibiendo un gran rosario de cuentas negras
que manoseaba con ostentosa devoción. La primavera reía sobre las tumbas, cantaba en el buche de los
pájaros, ardía en los retoños vegetales, proclamaba entre cruces y epitafios su jubilosa incredulidad acerca
de la muerte. Y no había lágrimas en nuestros ojos ni pesadumbre alguna en nuestros corazones;porque
dentro de aquel ataúd sencillo (cuatro tablitas frágiles) nos parecía llevar, no la pesada carne de un hombre
muerto, sino la materia leve de un poema concluido. Llegamos a la fosa recién abierta: el ataúd fue bajado
hasta el fondo. Redoblaron primero sobre la caja los terrones amigos, y a continuación las paladas brutales
de los sepultureros. Arrodillado sobre la tierra gorda, Samuel Tesleroró un instante con orgulloso impudor,
mientras que los enterradores aseguraban en la cabecera de la tumba una cruz de metal en cuyo negro
corazón de hojalata se leía lo siguiente:
ADÁN BUENOSAYRES
R. I. P.
Luego regresamos todos a la Ciudad de la Yegua Tobiana.
Consagré los días que siguieron a la lectura de los dos manuscritos que Adán Buenosayres me había
confiado en la hora de su muerte, asaber: el Cuaderno de Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de
Cacodelphia. Aquellos dos trabajos me parecieron tan fuera de lo común, que resolví darlos a la estampa,
en la seguridad de que se abrirían un camino de honor en nuestra literatura. Pero advertí más tarde que
aquellas páginas curiosas no lograrían del público una intelección cabal, si no las acompañaba un retrato
de su autor yprotagonista. Me di entonces a planear una semblanza de Adán Buenosayres: a la idea
originaria de ofrecer un retrato inmóvil sucedió la de presentar a mi amigo en función de vida; y cuanto
más evocaba yo su extraordinario carácter, las figuras de sus compañeros de gesta, y sobre todo las
acciones memorables de que fui testigo en aquellos días, tanto más se agrandaban ante mis ojos las
posibilidadesnovelescas del asunto. Mi plan se concretó al fin en cinco libros, donde presentaría yo a mi
Adán Buenosayres desde su despertar metafísico en el número 303 de la calle Monte Egmont, hasta la
medianoche del siguiente día, en que ángeles y demonios pelearon por su alma en Villa Crespo, frente a la
iglesia de San Bernardo, ante la figura inmóvil del Cristo de la Mano Rota. Luego transcribiría yoel
Cuaderno de Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia, como sexto y séptimo libros de mi
relato.
Las primeras páginas de esta obra fueron escritas en París, en el invierno de 1930. Una honda crisis
espiritual me sustrajo después, no sólo a los afanes de la literatura, sino a todo linaje de acción.
Afortunadamente, y muy a tiempo, advertí yo que no estaba llamado al difícil caminode los perfectos.
Entonces, para humillar el orgullo de ciertas ambiciones que confieso haber sustentado, retomé las viejas
páginas de mi Adán Buenosayres y las proseguí, bien que desganadamente y con el ánimo de quien cumple
un gesto penitencial. Y como la penitencia trae a veces frutos inesperados, volví a cobrar por mi obra un
interés que se mantuvo hasta el fin, pese a las contrariedades y...
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