Maria Dueñas El Tiempo Entre Costuras
costuras
María Dueñas
Primera edición; junio de 2009
Segunda impresión: julio de 2009
Tercera impresión: agosto de 2009
Cuarta impresión: agosto de 2009
Quinta impresión: septiembre de 2009
Sexta impresión: octubre de 2009
Séptima impresión: noviembre de 2009
Octava impresión: noviembre de 2009 Novena impresión: noviembre de 2009
El papel utilizado para la impresión de este libro
es cien por cien libre de cloro
y está calificado como papel ecológico.
© María Dueñas, 2009
© Ediciones Planeta Madrid, S. A., 2009
Ediciones Temas de Hoy es un sello editorial de Ediciones Planeta Madrid, S. A.
Paseo de Recoletos, 4. 28001 Madrid
www.temasdehoy.es
ISBN: 978‐84‐8460‐791‐5
Depósito legal: M. 48.076‐2009
Preimpresión: J. A. Diseño Editorial, S. L. Impreso en Artes Gráficas Huertas, S. A.
Printed in Spain‐Impreso en España
A mi madre, Ana Vinuesa
A las familias Vinuesa Lope y Álvarez Moreno, por los años de Tetuán
y la nostalgia con que siempre los recordaron
A todos los antiguos residentes del Protectorado español en Marruecos
y a los marroquíes que con ellos convivieron
María Dueñas El tiempo entre costuras
PRIMERA PARTE
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María Dueñas El tiempo entre costuras
1
Una máquina de escribir reventó mi destino. Fue una Hispano‐Olivetti y de
ella me separó durante semanas el cristal de un escaparate. Visto desde hoy, desde el parapeto de los años transcurridos, cuesta creer que un simple objeto
mecánico pudiera tener el potencial suficiente como para quebrar el rumbo de
una vida y dinamitar en cuatro días todos los planes trazados para sostenerla.
Así fue, sin embargo, y nada pude hacer para impedirlo.
No eran en realidad grandes proyectos los que yo atesoraba por entonces.
Se trataba tan sólo de aspiraciones cercanas, casi domésticas, coherentes con las coordenadas del sitio y el tiempo que me correspondió vivir; planes de futuro
asequibles a poco que estirara las puntas de los dedos. En aquellos días mi
mundo giraba lentamente alrededor de unas cuantas presencias que yo creía
firmes e imperecederas. Mi madre había configurado siempre la más sólida de
todas ellas. Era modista, trabajaba como oficiala en un taller de noble clientela. Tenía experiencia y buen criterio, pero nunca fue más que una simple costurera
asalariada; una trabajadora como tantas otras que, durante diez horas diarias, se
dejaba las uñas y las pupilas cortando y cosiendo, probando y rectificando
prendas destinadas a cuerpos que no eran el suyo y a miradas que raramente
tendrían por destino a su persona. De mi padre sabía poco entonces. Nada,
apenas. Nunca lo tuve cerca; tampoco me afectó su ausencia. Jamás sentí
excesiva curiosidad por saber de él hasta que mi madre, a mis ocho o nueve
años, se aventuró a proporcionarme algunas migas de información. Que él tenía
otra familia, que era imposible que viviera con nosotras. Engullí aquellos datos con la misma prisa y escasa apetencia con las que rematé las últimas cucharadas
del potaje de Cuaresma que tenía frente a mí: la vida de aquel ser ajeno me
interesaba bastante menos que bajar con premura a jugar a la plaza.
Había nacido en el verano de 1911, el mismo año en el que Pastora Imperio
se casó con el Gallo, vio la luz en México Jorge Negrete, y en Europa decaía la
estrella de un tiempo al que llamaron la Belle époque. A lo lejos comenzaban a
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María Dueñas El tiempo entre costuras
oírse los tambores de lo que sería la primera gran guerra y en los cafés de
Madrid se leía por entonces El Debate y El Heraldo mientras la Chelito, desde los ...
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