maria
Su razón viajaba por caminos inhóspitos: los niños, la casa, un Audi aún por pagar, los últimos años vividos a su lado. Y, cómo no, lahumillación por tanta ilusión compartida y, al final, falaz. Tanto dado, para nada. Tanto y tan poco.
- ¿Podrá cambiar tu opinión?
La rotundidadarroja poca duda:
- No.
Algún día, si la vida continúa su curso, Marcos gozará la misma justicia. Mas ahora no lo imagina. Sólo ansía acabar con lafarsa, anular un matrimonio roto y vivir como un maduro dichoso. Sí, su ilusión; ningún punto común con Ana. Ana no vivirá más. Ana vivió por y paraMarcos. Y ahora, nunca más. Vivirá con su marido o no vivirá. Alto y claro lo dijo don Julián cuando ofició la histórica misa, tras la cual sus vidasiniciaron una andadura conjunta: “Sólo acabará cuando Dios haga su juicio final”.
Para Marcos no habrá juicio final, habrá un juicio parcial ahora,con un combinado a la mitad y las manos sudorosas por la incómoda situación. Un juicio parcial dictado por amargas palabras, unas palabras sin atisbocínico, sin ánimo moralizador, sin posibilidad para la conciliación.
- Ojalá mi odio pudra tu alma como tu farsa pudrió la mía.
Ana lanzó lasúltimas palabras como armas arrojadizas y Marcos palpó su torso, como si un cuchillo apuñalara su corazón. Cada pulmón pidió por su lado un últimohálito y ninguno lo halló. Alucinado, Marcos tiró la silla, cayó, miró atónito a Ana y, por fin, murió.
Y así cumplió su compromiso la justicia.
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