Maribel y luis
Por Jardiel Zilahy
DESTACADO Todos los domingos, desde hace siglos, concluye e inicia un ciclo que regenera la energía de la ciudad. Jóvenes que habitan por todo el distritoviajan al Centro para seguir haciendo del parque uno de los principales lugares del encuentro amoroso.
En 1770 el virrey Carlos Francisco de la Croix emprendió una remodelación de la Alameda Central.Se rediseñó su cuadratura, se instalaron fuentes y se realizaron múltiples composturas. La transformación lo convirtió en el lugar favorito de los enamorados. Buenos mozos y doncellas casaderas seentregaban al ritual del romance, y entre guiños, pañuelos, gestos y signos, comenzaban a hacer la corte.
Todos los domingos, desde hace siglos, concluye e inicia un ciclo que regenera la energía de laciudad. Jóvenes que habitan por todo el distrito viajan al Centro para seguir haciendo del parque uno de los principales lugares del encuentro amoroso. No son criollos ni pertenecen a alguna castaaprobada, la mayoría son muchachas y muchachos que hace mucho o muy poco vinieron de sus pueblos en Guerrero, Oaxaca, Puebla o Chiapas, a buscar una vida mejor aprovechando las inciertas oportunidadesque la ciudad ofrece. Y están los otros, los del barrio, los chilangos.
Ellos y ellas, hijos de los hijos de la tierra, habitantes del reverso de la historia, a veces sombra en los hogares o cal ycemento de las calles, se hacen presentes. Trabajadoras domésticas, vendedoras, empleadas; obreros, albañiles, soldados. Desde muy temprano, una fuerza extraña los hace emerger del suelo, a través delas puertas abiertas del metro Hidalgo o Bellas Artes, o se dejan caer como gotas de los autobuses que navegan el ruidoso torrente del Eje Central. El vendaval del deseo los arrastra como flores y avesde extravagantes colores, y los mueve o aquieta en los jardines y andadores. Sin embargo, algo misterioso ocurre con esta representación. Todo parece predispuesto para que se realice.
Maribel y...
Regístrate para leer el documento completo.