Marina Jos A

Páginas: 37 (9015 palabras) Publicado: 27 de junio de 2015
Teoría de la Inteligencia Creadora
José Antonio Marina. Edición Compactos Anagrama
Barcelona 2001

II. LA MIRADA INTELIGENTE

1
Comenzaré contando la transfiguración de la mirada. Parece un mal comienzo, porque tenemos la convicción de que la mi­rada, la percepción en general, está excluida de los circuitos de la libertad. Es evidente que no podemos ver lo que queremos, sino que en cada momentoestamos sometidos al determinismo del estímulo, y si era de él de quien la libertad nos permitía liberar­nos, no podemos hablar aquí de transfiguración alguna.

Tan clara afirmación no resiste un análisis minucioso. Me­diante la mirada —a la que tomamos como representante eximia de todo el conocimiento sensitivo— extraemos datos de la reali­dad. Eso es lo que significa «percibir»: coger. Puesbien, cogemos de nuestro alrededor lo que nos interesa, porque nuestro ojo no es un ojo inocente sino que está dirigido en su mirar por nuestros deseos y proyectos. El ser humano se ha rebelado contra la limi­tación de sus sentidos y esto debería darnos que pensar. Hemos inventado instrumentos para ver lo invisible, lo minúsculo y lo lejano, lo oculto y lo fugaz. El microscopio, los rayos X, laeco­grafía, la resonancia magnética, el telescopio nos permite con­templar lo nunca visto. El deseo de ver ha dirigido la invención de los medios. Primero hemos anticipado lo que podíamos ver, y este deseo incitó la ampliación de nuestras facultades.

No hace falta, sin embargo, acudir a estos casos para com­prender que la percepción del hombre es un asunto complicado. Siempre es difícil saber lo quevemos. En el admirable comienzo de La Chartreuse de Parme, Stendhal cuenta un suceso muy ins­tructivo para un psicólogo. El joven Fabrizio del Dongo, apasionado bonapartista, se incorpora al ejército del emperador, en unas circunstancias que ahora sabemos poco propicias: cerca de un lugar llamado Waterloo. Hay mucho trajín y escándalo. Las tropas corren, se oyen voces y un gran estrépito en lalejanía. Desde el carro de una cantinera, Fabrizio contempla la esceno­grafía guerrera. Caballos al galope, hombres enardecidos, que con voces airadas tratan de acallar sus miedos, la aparición, divinamente efímera, sobre un montecillo, del emperador y su sé­quito, explosiones cada vez más cercanas, ruido, ruido, ruido y, por fin, la presencia de la muerte, entre los restos de unos jinetes destrozadospor la metralla. No son sucesos completos los que ve, sino espaldas fugitivas, fragmentos de acciones, gestos sin continuación. Imágenes que brillan un momento en sus ojos y pasan a su memoria o a su olvido sin detenerse. Todo el espec­táculo desaparece porque un proyectil hiere al muchacho, que pierde el sentido. Cuando lo recupera se encuentra en un tran­quilo albergue. Pasan los días, Fabrizioreflexiona y madura, cuenta Stendhal, pero unas preguntas infantiles le acosaron siem­pre: ¿Aquello que había visto había sido una batalla?; y si lo fue, ¿había sido la batalla de Waterloo? La nuestra no es una pre­gunta infantil, como no lo fue la del personaje de Stendhal. ¿Es posible ver una batalla? ¿O tan sólo vemos un encabalgamiento de imágenes? La minuciosa acumulación de anécdotas, ¿formaparte de la batalla? ¿O la batalla es sólo ese ordenado juego de batallones, que el pintor de batallas pinta en suaves paisajes, con­templándolo desde una altura irreal y olímpica? Lo que vemos, ¿es pasividad o construcción?
Han sido los neurólogos, que con enorme talento han estu­diado la complejidad de los acontecimientos nerviosos, los culpa­bles de que hayamos perdido la ingenuidad. La miradano sale hasta el objeto visto, como creían los antiguos, y como también cree el lenguaje. «Escudriñar» y «escrutar» significaban origina­riamente visitar un lugar, recorrerlo. El ojo vagabundearía por las cosas, experimentándolas. «Experiencia» significaba lo mismo: lo sucedido en un viaje. Tampoco podemos decir que el ojo sea una cámara fotográfica que recoja una imagen ya perfi­lada. Nuestro...
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