Mario payeras
ZONA REINA
No recordamos ya cómo éramos al principio
porque con cada día parte un cadáver nuestro
a pudrirse en el tiempo.
Nuestros mejores esbozos de humanidad futuraresultaron apenas artificios de pólvora
que ardieron bajo la lluvia de la primera noche,
porque aquí la realidad todavía está en guerra con los pájaros
e ignora por lo tanto lacristalización de la decrepitud
y los tardíos laberintos
en que suele extraviarse su mudanza.
Y agreguemos:
nunca como estas mañanas
estuvimos tan exentos de los envejecimientos del espíritu
ninuestros pensamientos se parecieron tanto
a nuestros actos.
SIERRA DE CHAMA
Hemos llegado a un mundo
olvidado por los aviones y los pájaros.
Durante varios meses
nuestra pequeña tropaarrastró por la selva
su aparatosa impedimenta:
tres mástiles de navío,
trapecios de volatín y una carpa en harapos,
dos elefantes viejos,
una ballena con la cola maltratada por laingratitud de la materia
y demás artefactos que generan júbilo.
Quienes sobrevivimos al último diluvio
hemos aprendido a orientarnos por los recuerdos,
porque del sol hace ya muchos meses queno se tiene noticia,
y para ver a Orión describiendo en el cielo sus piruetas
de aeroplano melancólico
es necesario esperar la vejez del verano.
Sin embargo,
nunca un puñado debolcheviques con lombrices
había estado tan cerca de tumbar la ley endurecida
que gobierna la hechura de toda mercancía.
Dos cosas más aprendimos en la lluvia:
cualquier sed tiene derecho cuandomenos a una naranja grande
y toda tristeza a una mañana de circo,
para que la vida sea, alguna vez, como una flor
o una canción.
Kilimanjaro
No es la nostalgia humana
por las viejasprimaveras de un país
donde los pájaros son mansos,
ni por las lluvias de la infancia
que nos dejaron los ojos diáfanos para siempre,
sino por la región de las nieves perennes
que añoran en la...
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