Marketing

Había una vez, en un lugar bastante lejos de todo, un hombre, un hombre solitario, que solo tenía un rumbo; el destino. Ese hombre lo único que tenia cargando siempre consigo era una valija, ni muygrande ni muy chica, un abrigo, viejo y un sombrero que alguna vez fue de alguien importante. Ese hombre había viajado tanto que ya ni siquiera recordaba porque lo hacía, solo tomaba un tren trasotro, sin siquiera preocuparse de futuro, solo respirando, exhalando, caminando y tarareando es como sobrevivía ese hombre, al mismo tiempo en la espera de su destino.
Un día nublado, uno de esos díasvacios y tristes con los cuales el ya se había familiarizado tan bien… sin sol sin color, el tras dar incontables pasos llego a una estación de tren gris, vieja y vacía, pero parecía todavía en uso; eliso lo propio compro su boleto en una ventanilla al extremo del edificio, tras tratar de saludar a la persona detrás, no recibió respuesta, solo recibió un boleto a cambio de su billete. El nisiquiera pudo mirar el rostro de esa persona, que en unos pocos momentos jamás se volverían a encontrar. Este hombre siempre es algo melancólico ya que toda persona le parece interesante porque cree creerque cada vez que ve un rostro nuevo en movimiento este le influye de alguna manera en su siguiente viaje. Sonrió, dio las gracias con un gesto de cabeza y dio media vuelta, visualizo una vieja banca yse sentó a esperar a un viejo conocido extraño, el tren. Cerró los ojos y comenzó a soñar.

Después de abrir los ojos, el hombre sonrió pacíficamente al ver que su valija estaba justo al lado de el,y su sombrero justo en su coco, se levanto, camino hasta las vías del tren y poso firmemente los pies, exhalando dijo:
-Estoy en casa…
Al abrir sus ojos nuevamente, noto una presencia femeninadelante de su aura, que lo miraba con ojos grises como los del mismo cielo de ese día, ella no parpadeaba, solo o miraba directo a los ojos, el sonrió de oreja a oreja y después de minutos eternos, sin...