martes con mi viejo profesor

El cuarto martes

Hablamos de la muerte

“Aprende a morir y aprenderás a vivir”

Morrie sufría de una enfermedad terrible que poco a poco fue acabando con su cuerpo hasta que terminó por llevárselo, pero él logró algo que pocos consiguen: la inmortalidad simbólica. Ahora el “viejo profesor” permanece en el corazón de los millones de personas alrededor del mundo que han leído el libro,incluso cambiará las vidas de muchos de ellos y hará reflexionar a personas que todavía ni siquiera han nacido.
Morrie es inmortal y lo consiguió sin ser millonario, ni ganando un premio Nobel, ni siendo cantante o actor. Él logró quedarse en este mundo por siempre, gracias a su gran corazón, y a su ejemplo de vida; será recordado como una gran persona, pues él comprendió que lo que realmente esimportante en esta vida es el amor, no el triunfo, ni la fama, ni el dinero.
El “viejo profesor” logró enseñarnos que al final de nuestras vidas, lo único que verdaderamente será importante, es cuánto amor dimos y a cuántas personas hemos marcado con nuestro ejemplo. En términos de lo que aprendimos durante el curso, Morrie vivía el ethos, comprendió que debemos interesarnos por la calidad y laintensidad de la vida, más que por la cantidad.
Él también entendía, que como decía Sócrates, la muerte no nos debe preocupar, sino la manera en la que vivimos nuestras vidas; “practicar la Docta ignorancia” y eso es lo que hacía Morrie. Él vivía cada día de su vida, en especial los últimos meses, disfrutando cada momento, desde el abrazo de su esposa por las mañanas, hasta observar el atardecerdesde la ventana. Y eso es lo que nosotros deberíamos hacer día con día, pues al final las cosas que realmente valen la pena, son las que no tienen ningún valor monetario.
Pasamos nuestras vidas enteras pensando que debemos triunfar y ser exitosos, preocupándonos por todas las cosas materiales que creemos tenemos que adquirir, lo mucho que salimos a antros y lo “populares” que somos en nuestrocírculo social. Sin pensar siquiera que en cualquier momento podríamos perder todo lo que tenemos, y en quiénes realmente estarían ahí a nuestro lado si eso llegara a suceder. Todo siempre es cantidad, tenemos miles de amigos en Facebook y para salir por las noches, pero cuando realmente tenemos un problema ninguno de ellos estará ahí para apoyarnos. Y si realmente estuviéramos conscientes de nuestramuerte, nos preocuparíamos mucho más por la intensidad del momento y no la cantidad. Eso es lo que Morrie aprendió, a vivir como los Budistas, como si cada día fuera el último para no tener remordimientos cuando llegue nuestro momento de partir.
Percibimos la muerte como algo terrible, nadie nos prepara realmente para ese momento en el que nosotros o uno de nuestros seres queridos vaya a dejareste mundo por siempre. Toda nuestra cultura intenta aferrarse a la juventud, olvidando que las arrugas, las canas y las cicatrices son prueba ferviente de haber vivido y mas bien, inserta en la sociedad la idea de que deben de ser eliminadas. Cada arruga fue creada por las millones de sonrisas que salieron de nuestras bocas, las lágrimas que derramamos por una terrible pérdida, la preocupación quesentimos cuando uno de nuestros seres queridos se encontraba grave en el hospital, etc. Y el Botox, las cremas rejuvenecedoras, las complicadas cirugías de estiramiento; sólo vienen a cristalizar nuestros rostros, borrando toda huella de que hemos vivido.
Nuestra cultura, como lo hemos visto durante nuestro curso de Reflexión Universitaria; nos impide ver lo que realmente es importante, nosenseña a valorar más un anillo de diamantes que la posibilidad de compartir nuestras vidas con alguien más. Y eso es lo que Morrie intentó enseñar en la última materia que impartió: todo el mal que nos hace nuestra cultura, que promueve un tipo de inmortalidad banal y terrena, cuando la verdadera inmortalidad está en el alma y en el espíritu.
Hay que recordar lo que realmente nos hace felices,...