Martinez Guillermo Yo Tambià N Tuve Una Novia Bisexual

Páginas: 179 (44646 palabras) Publicado: 31 de octubre de 2015
Agosto de 2001. Un profesor argentino llega a una universidad en el sur de
los Estados Unidos para dar un curso de literatura en español. Todo parece
perfecto y en su primera clase descubre algo prohibido pero irresistible: una de sus
alumnas, Jennifer, una chica deslumbrante y ambigua, con la que inicia una serie
de encuentros sexuales cada vez más arriesgados, en medio del secreto y eldisimulo. Ninguno de los dos sabe que ese breve período juntos cambiará sus
vidas para siempre y que un acontecimiento brutal acabará por trastocar su mundo
de la manera más inesperada.

Intensamente carnal, irónica y dramática, Yo también tuve una novia bisexual
registra, con la precisión de un diario, «el pasaje ensimismado de los cuerpos que
de la nada llega a todo» y recobra para el sexo con audaciatoda su complejidad y
dimensión literaria.

Guillermo Martínez

Yo también tuve una novia bisexual

Título original: Yo también tuve una novial bisexual

Guillermo Martínez, 2007.

Editor original: Editor1 (v1.0 a v1.x)

Segundo editor: Editor2 (v2.0 a v.2.x)

Tercer editor: Editor3 (v3.0 a v3.x)

Corrección de erratas: EditorA, EditorB y EditorC

Primera parte. Llegada a Redground

Uno—¿Querés saber con qué te vas a encontrar? —dijo Ezequiel Paz y desplegó
una servilleta de papel sobre la mesa, entre las tazas que nos había dejado un mozo
malhumorado. Me había citado en un bar de Colegiales, en uno de sus regresos de
golondrina a la Argentina. Estaba igual que siempre: animoso, inquieto, alegre,
dispuesto a barrer con todas las dificultades. Su nueva vida de profesor itinerante,
en vezde apaciguarlo, sólo había multiplicado sus fuerzas. Hizo aparecer una
lapicera y marcó unos trazos rápidos y enérgicos, como si fuera un general a punto
de enviarme en una misión peligrosa—. El sur de los Estados Unidos —y giró la
servilleta para mostrarme una sucesión de rectángulos—: Mississippi, Alabama,
Georgia. La universidad está por acá, en Georgia, en la frontera con Alabama. El
surprofundo. Mucha población negra, la zona de las antiguas plantaciones. El
pueblito se llama Redground y está cerca del fuerte militar más grande de los
Estados Unidos. Ya verás a los marines con sus uniformes en las clases de historia.
Un estado muy conservador, todos van a la iglesia los domingos. Pero a vos, qué te
importa: das tus clases dos veces por semana y el resto del tiempo lo dedicas aescribir, a leer, a lo que quieras. Nadie te va a molestar. La profesora que te recibe,
Rachel, ya la conocés —se detuvo un instante al advertir que yo no daba signos de
reconocimiento—. Claro que sí: Rachel Glean. Estaba en el seminario que diste en
Salinas: una mujer de unos sesenta, pelo totalmente blanco, peinado hacia arriba...
No te acordás. Es una vieja encantadora, una de las primeras luchadoraspor la
integración en los colegios del sur. Los alumnos: de todo un poco, en general
chicos de veinte años que trabajan para pagarse la cuota. Algunos latinos, o hijos
de latinos, que ya saben español y quieren ganarse fácil los créditos. De literatura:
nadie nada nunca. Así que despacio. Desde el principio. Si conseguís que lean
cuatro o cinco cuentos, podés darte por hecho. Y algo más te voy adecir —se echó
hacia atrás en su silla y alzó los brazos detrás de la cabeza, como si tomara
distancia para estudiarme, o hubiera tenido un brevísimo momento de duda antes
de decidirse a confiarme aquello—. Algo que nadie te va a decir. —Se adelantó otra
vez, apuntó la lapicera a mi pecho y bajó un poco la voz—. Cuando des las clases
de consulta, en tu oficina, siempre con la puerta abierta. Seamujer o sea varón. Sé
por qué te lo digo. Siempre la puerta abierta.

Dos

Hubo después, como Ezequiel me había anticipado, un lento minué de
e-mails. Me escribía un doctor Edward Mac Neal, del departamento de Relaciones
Internacionales. Cortés, ceremonioso, impenetrable. El doctor Ezequiel Paz y nuestra
profesora de español, Rachel Glean, recomendaron calurosamente su nombre. Sin embargo,...
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