Mas Alla
Ni un reproche que hacerse, el lamentable. Sólo la realidad fría, terrible y consumada: Ha muerto su hijo al cruzar un…
Pero dónde, en qué parte. Hay tanto alambrados allí, y es tan tansucio el monte… Oh muy sucio! … Por poco que no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en la mano…
El padre sofoca un grito. Ha visto levantarse en el aire… Oh, no es su hijo, no! Yvuelve a otro lado, y a otra y a otro…
Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre aún no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama por él a gritos, su bocacontinúa muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo en voz alta, será la confesión de su muerte…
Chiquito! – Se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter escapaz de llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en aquella voz.
Nadie ni nada ha respondido. Por las picadas rojas de sol, envejecido en diez años, va el padre buscando asu hijo que acaba de morir.
Hijito mío! Chiquito mío! – clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus entrañas. Ya antes, en plena dicha y paz, ese padre ha sufrido la alucinación de su hijorodando con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón sombrío del bosque ve centelleos de alambre; y al pie de un poste, con la escopeta descargada al lado, ve a su…Chiquito! Mi hijo! … Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la mas atroz pesadilla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan, cuando ve bruscamente...
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