Masacre en acteal
El 22 de diciembre de 1997 tuvo lugar la matanza de Acteal, cuando en el municipio de Chenalho, Chiapas, 45 indígenas de la organización Las Abejas, ─hombres, mujeres, niños y niños por nacer en el vientre de sus madres─ fueron asesinados por una banda de paramilitares armada y protegida por los gobiernos del municipio y del estado de Chiapas,amparados por el gobierno federal de Ernesto Zedillo y su secretario de gobernación, Emilio Chuayffet. Como se explica en uno de los artículos, ahora “los asesinos materiales de Acteal ya pasean por las calles” debido a una reciente sentencia de la Suprema Corte de Justicia. Este dosier, recopilado por Adolfo Gilly, miembro del comité de redacción de SinPermiso, está compuesto por diversos artículos dedistintos autores y autoras que fueron publicados a lo largo de los últimos días de agosto y primeros de septiembre por el periódico de izquierdas mexicano La Jornada.
Acteal y la guerra que nadie quiere ver
Lo que amenazó Nexos en el otoño de 2007 se ha cumplido. Los asesinos materiales condenados por la masacre de Acteal ya pasean por las calles (Pablo Romo, Emeequis 185, 17 de agostode 2009). Y no. No exactamente. El contradictorio gobernador de Chiapas, Juan Sabines II, logró un acuerdo con los amparados por la Suprema Corte para que no regresen al municipio de Chenalhó. Noé Castañón, el actual secretario de Gobierno sabinista, informó que “el gobierno estatal otorgará todas las facilidades para que estas personas recién liberadas se ubiquen en un punto geográfico diferente,y distante, dentro del territorio estatal.” (La Jornada, 14 de agosto de 2009). Castañón explicó que con ello se fortalecerían “la distensión, la paz y la convivencia armónica y civilizada.”
La acción de Sabines y Castañón no ha merecido muchos comentarios. Mientras sociedad civil e intelectuales nos desgarramos las vestiduras por las garantías al debido proceso y la impunidad, resulta quela única manera de mantener la convivencia civil en Chenalhó es que los liberados no retornen a su municipio. ¿Qué significa este destierro? Significa que la guerra que empezó en 1994 sigue vigente en 2009. Una guerra fría la mayor parte del tiempo, pero con los contrincantes siempre listos para enfrentarse.
La guerra del Año Nuevo ha sido problemática para todos. No la deseaba el régimenpriísta, pero tampoco la diócesis católica ni las izquierdas partidista e intelectual. Por eso todos nos llenaron de entusiasmo al estallar la paz, luego de sólo 12 días de combate. Pero, diría Ciorán, el entusiasmo es una pasión que nubla la razón. El proceso de paz, con sus movilizaciones civiles, cinturones de voluntarios, observadores nacionales e internacionales, diálogos en San Andrés, librosy más libros sobre el Votán Zapata, no fue capaz, no lo ha sido, de eliminar la guerra.
La guerra ha seguido siempre allí, oculta detrás del entusiasmo por el no-combate. Un viejito de Las Margaritas me decía en 1994 que él no podía entender cómo era eso de que hubiese dos ejércitos. Si hay un solo país, decía, debía haber un solo ejército (él prefería que fuera el zapatista, porsupuesto). Menos de un año más tarde, en febrero de 1995, Zedillo traicionó a los zapatistas e intentó un golpe de mano. Falló. Se dice que por el rumbo de Nuevo Momón los insurgentes detuvieron la columna federal y que ese día hubo duros combates. En septiembre de 1995, el Ejército Mexicano –bajo comando del general Castillo– empezó a entrenar a los paramilitares de Paz y Justicia entre los choles. Ydesde 1996, el gobierno estatal de Ruiz Ferro empezó a organizar paramilitares en los Altos. Acteal ocurrió en medio de una guerra. Una guerra de baja intensidad, sin grandes combates, sin escándalo. Una guerra de redes, como la bautizó elegantemente la Rand Institution. Pero guerra al fin.
La paradoja es que nadie quiere reconocer que hubo y que sigue habiendo una guerra en México. Nos...
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