Master

EDUCACIÓN Y CRISIS DEL HOMBRE
Por Ernesto Sábato
El mundo está enfermo de incredulidad y correlativamente de feroces dogmatismos. Y la educación no puede ser
ajena a esos padecimientos, pues, en desdichada dialéctica es su raíz y su consecuencia porque no sólo se
manifiesta en las universidades sino también en la calle, en las fábricas, en los estadios y dentro de cada hogar, a
través de unatelevisión que fascina y trastorna el alma de los niños. Así, la educación no puede ser ajena al
drama total de esta civilización, no puede no participar de las fallas esenciales que agitan cl universo espiritual
de nuestro tiempo y amenazan con su derrumbe.
Hasta en los países más civilizados, el secuestro y el crimen político se han convertido en instrumentos que
reemplazan al diálogo y ala justicia. Fanáticos y demagogos que han detentado o detentan al poder obligan a
maestros y profesores a sustituir la búsqueda de la verdad por la inyección de sus ideologías. Y, como si eso
fuera poco, el advenimiento de la televisión ofrece y perfecciona medios para el asalto, el secuestro y la tortura.
Evitemos, pues, el error de reformar la educación como si se tratase de un problemameramente técnico, y no el
resultado de la concepción del hombre que le sirve de fundamento, de esos presupuestos que la sociedad
mantiene acerca de su realidad y su destino y que, de una manera u otra, definen una manera de vivir y de morir,
una actitud ante la existencia entera. De este modo, la educación no se lleva a cabo en abstracto, ni es válida pasa
cualquier época o civilización, sino quevale en concreto, se hace con vistas a un proyecto de ser humano y de
comunidad. Esparta no imponía la misma educación que Atenas y un Estado totalitario la misma que una
democracia. También nuestra nación incipiente formuló sus postulados: pensadores como Alberdi y Sarmiento
los establecieron de modo explícito, con fundamentos espirituales y políticos; no son ellos los culpables delsectarismo que en ocasiones devastó nuestra enseñanza. A pesar de defectos que en rigor provenían de los
sistemas que se tomaron como modelos, la educación en la Argentina llegó a ser algo excepcional, tal vez porque
no sólo fue concebida sino llevaba a cabo por una generación de intelectuales que no hemos vuelto a tener, al
menos con su fuerza política.
Hacia 1830 nuestra juventud ilustrada no sólooía sino que cuidadosamente escuchaba el clamor que desde
Francia se levantaba en favor de un humanismo que desembocaría en la revolución del 48, “uno de los
acontecimientos más extraordinarios que han conmovido al mundo”, como Sarmiento escribía desde Chile.
Mientras que desde Montevideo, Alberdi y otros jóvenes exiliados seguían con fervor el movimiento contra las
tiranías, por la justicia y ladignidad del hombre.
El romanticismo fue una reacción del corazón contra esa razón pura que caracterizaba los Tiempos Modernos. Y
aquel proceso revolucionario era romántico por excelencia. Pero, tal vez por esa turbia condición de la historia,
venía aliado a ese endiosamiento de la ciencia que constituía la raíz de esa modernidad. ¿Cómo extrañarnos,
pues, si el mismo escritor que encabezabalos capítulos de Facundo con citas de Lord Byron y Lamartine,
terminara pidiendo a gritos ferrocarriles y telégrafos? Y el Alberdi que en Suiza derramaba (literalmente)
lágrimas contemplando el paisaje de Julie, escribía en la misma carta en que contaba esos extremos, que nuestro
deber era hacer y no fantasear, liberando al país mediante la ciencia, la industria y la inmigración. Por el instintode su genio, aquellos prohombres superaron el internacionalismo abstracto de la razón pura para construir una
patria concreta, adaptándose a las ásperas realidades de su época y de aquellos desiertos. Gobernar era poblar y
construir. Pocas veces en la historia se habrá visto con mayor patetismo una gigantesca empresa realizada por
gobernantes con alma de poeta; seres para los cuales el más...