matematicas

1. ¿Será una señal?

—Antarki, ¿quieres ir con nosotros a visitar a la tía Julia?
—preguntó mi papá apurado.
—No, otro día —respondí.
—Y tú Érika, ¿quieres acompañarnos? —dijo mi mamá arreglándose el cabello.
—Vayan ustedes nomás —respondió Érika.
Esa mañana empezaban mis vacaciones, y lo único que deseaba era encontrarme cuanto antes con mi amigo el glumpo.
—Solo quiero que no peleen—acotó papá en tono serio—.
Hasta luego.
—Hasta luego —repetí mientras salían.
Mi hermana y yo nos miramos complacidos.
El día comenzaba estupendamente bien.
Sin lugar a dudas, ambos nos habíamos levantado con el pie derecho.
—¡Mira! —dije de repente señalando dos alegres
mariposas que revoloteaban en el jardín junto al
manzano.
—¡Qué bonitas! —exclamó Érika. Parecen
dos hadas.
—¿Acaso seráuna señal? —susurré algo
confundido.
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—¿Una señal?
—Ajá. Seguro que nos están diciendo que está por llegar.
—¿Quién está por llegar? —preguntó Érika intrigada.
—¡Quién va a ser! —repliqué—. El amigo que estoy esperando.
—Ya, ya… —bromeó Érika riendo—. ¿El amigo ola amiga?
—El amigo —dije a secas.
—Y… ¿Quién es ese amigo que esperas?
—¡Cómo! ¿No lo adivinas?
Érika se quedó pensativa un momento. Luego, mirándome a
los ojos susurró:
—¿No será tu amigo el glumpo?
—¡Ajá! —exclamé abrazándola—. Eres una brujita. Adivinaste.
Y volteándome rápidamente empecé a subir las escaleras para
ir a mi cuarto.
—¡Espera! —gritó Érika jalándome del brazo—. Teacompaño.
En unos segundos los dos estábamos charlando amablemente
arriba, en mi cuarto.
Érika ya sabía muchas cosas de mi amigo el glumpo: que era
un niño extraño venido del mundo de los sueños, que tenía
una cara de luna llena y unas grandes orejas como hojas de
lechuga, que era muy alegre y juguetón, que aparecía y desaparecía como por encanto en cualquier momento, etcétera,
etcétera… Pero nolo conocía. Todavía no lo había visto.
¿Llegaría a conocerlo?

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2. Juntos otra vez

Mi cuarto estaba desordenado, la mochila en el suelo, el uniforme escolar tirado sobre la silla, la cama aún sin hacer, pero
algo me impulsaba a tomar mis colores. Miré por la ventana
hacia el jardín, respiré profundo y me senté en elescritorio.
Junto a la caja de colores estaba el dije con la letra G, que mi
amigo me había regalado.
Érika, absorta, contemplaba los nuevos afiches pegados en la
pared.
No había dibujado ni dos líneas del cuerpo de mi amigo el
glumpo con la intención de verlo aparecer, cuando de pronto
Érika me llamó sorprendida:
—¡Mira, Antarki, la niña del cuadro nos está mirando!
—¡¿Qué?! —preguntédesconcertado—. ¿La niña del unicornio?
—¡Sí!, ha movido los ojos hacia la izquierda y me está mirando. Con la mano hace un gesto seguido.
Dejé al instante los colores que tenía en la mano y me acerqué
al extraño cuadro que colgaba en la pared.
—¿Ves como sí es cierto? —insistió Érika.
Era verdad.
La niña del unicornio estaba llamándonos para que nos
acercáramos. Movía lentamente sus brazos envuelta enuna
niebla azul.
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De pronto, escuché una voz aguda que venía del fondo del cuadro. Como de muy lejos.
—El glumpo que deseas ver está aquí, conmigo —susurró despacio la niña del unicornio.
—¿Cierto? ¿Viento está contigo? —grité dando un salto de alegría.
—Sí, acaba de venir. ¿Quieres verlo?
Érika miraba atónita la escena delmisterioso cuadro colgado
en la pared.
—En cualquier momento aparece —dijo la niña del unicornio
alisando sus largos y ondulados cabellos.
En verdad, no podía creer lo que estaba pasando.
El unicornio, que hasta ese momento estaba quieto, empezó a
mover ligeramente su cabeza. Y todo el aire del cuarto se fue
impregnando de un intenso olor a lilas y jazmines.
—Hola, Antarki —dijo de...