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Desde los caprichos y lujos más absurdos hasta lo más básico de la cotidianeidad nos alejan de las realidades que nos parecen ajenas, lo triste de la modernidad individualista.
Hace algunosdías tuve la oportunidad de ir a un asilo como parte de una actividad para la materia de religiosa, está de más decir la cantidad de cosas de las que me di cuenta que obviaba. Recordé que ,varias vecesal hacer voluntariado tuve la gran sensación de impotencia y la profunda admiración hacia quienes hacen de la obra social parte más activa de su vida.
Quien filantrópicamente sacrifica tiempo einvierte ayuda en cualquier tipo de problemática social es digno de respeto y nos regresa a la dimensión más básica del ser, la humanidad.
Sandra Vega Ávila es la menor de las hermanas de mi padre,psicóloga de profesión, a quien varias veces al crecer entre almuerzos familiares y visitas por cumpleaños ví llorar y contar historias sobre el trabajo que realizaba.
Fui a visitarla, hasta aquel día nohabía tenido la oportunidad de escuchar completamente ésas historias y tampoco entendía lo que significaba su trabajo. ״ A partir del sexto semestre, tenía el deseo de hacer un trabajo de bien social,quería que mi trabajo sea útil, me gustaba trabajar con las adolescentes y entonces fui como voluntaria a Casa Albergue a trabajar dando mi apoyo. Conocí a adolescentes que habían sufrido de abusosexual y de abandono. Al principio, eran rebeldes y mientras conversaba con ellas veía que en el fondo habían tenido varios problemas, incluso a una de ellas su propio padre la había abusado, estabanembarazadas. Hacíamos terapias pero para mí ver esa realidad era difícil, pasaban por cosas que solo ves en las novelas.
Verlas con lágrimas en los ojos y que te cuentan todo, yo sentía mucha...
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