mati
(una reflexión a partir del documento de los obispos)
Se aproxima un período en el que conmemoraremos el bicentenario del proceso histórico comenzado el 25 de mayo de 1810 y culminado el 9 de julio de 1816. El bicentenario del comienzo de nuestra existencia como "nación", como "patria".
Sabemos que ese período marcó una bisagra ya que no fue un punto de partida "de lanada". Había vida y muerte, cultura y tierra, heroísmo y corrupción antes de 1810. Y lo siguió habiendo después de 1816. Y ese "antes" también es algo que conforma nuestro "ser nacional". No es cierto que los argentinos desciendan de los barcos, y que nuestros abuelos vinieron de Europa. Eso es cierto en muchos casos, pero no en todos. Los que descienden de la "madre tierra" son parte viva denuestras raíces y nuestra sangre.
Conmemorar un bicentenario es "hacer Memoria". Re-memorar, re-membrar es sabernos miembros de un pasado que se proyecta a un futuro. Un pasado que nos ha dejado huellas. Huellas de lo trágico de nuestra historia, y huellas de lo que festejamos. Sería sumamente parcial e injusto no re-cordar que lo bueno y lo malo forman parte de lo que en estos doscientos añosvividos nos ha marcado. La casi destrucción, y el posterior silenciamiento de los indígenas que eran los dueños de la tierra, y la aniquilación de los afrodescendientes que tanto contribuyeron con su heroísmo y su valentía -tanto unos como otros- en las luchas de la independencia, no es algo que nos enorgullezca. Aunque su desaparición haya respondido a un proyecto de país, que no hacemos nuestro. Lasguerras internas, el conflicto "puerto-interior" , "unitarios-federale s", "campo-ciudad" , y tantos otros, no nos han transformado en expertos en diálogo y convivencia, sino todo lo contrario. Particularmente cuando de una u otra manera algunos parecen resurgir cada tanto. Pero asimismo hemos transitado caminos de encuentro, o de logros que difícilmente vuelvan atrás. El voto secreto yuniversal, el acceso de la mujer a las urnas, el retorno de la democracia parecen momentos que nos han marcado positivamente. Y la desaparición de los -frecuentemente alentados para "reinar"- focos de conflicto con nuestros hermanos vecinos, particularmente Chile y Brasil, nos alegra y alienta en la búsqueda -siempre difícil pero provechosa- de caminos conjuntos, aunque cada tanto también reaparezcanespacios de discordia, como el actual distanciamiento con el querido y hermano pueblo del Uruguay.
Dentro de esta memoria histórica no podemos desconocer los dolorosos y felices momentos del pasado reciente. No podemos ni queremos olvidar la noche oscura de la dictadura genocida, y la complicidad de empresarios, periodistas, eclesiásticos, sindicalistas y políticos, además de su clásico apoyo enalgunas embajadas extranjeras. La desaparición de 30.000 hermanos y hermanas es algo que no podemos darnos el lujo de olvidar o dejar a un costado como algo que "ya pasó". Pero tampoco olvidamos la luz de esperanza que se encendió, y sigue encendida, con el regreso de la democracia. Democracia que alentó esperanzas y las defraudó, que tuvo momentos de felicidad y de dolor. Entre nosotros tenemosdiferentes miradas y diferentes posiciones sobre nuestra breve historia democrática reciente, pero sí tenemos claro que "nunca más" queremos volver a la historia de muerte genocida, y que la democracia es el camino por el que podemos llegar, y queremos llegar, a días felices para el pueblo.
Es cierto que una cosa muy diferente es hacer memoria histórica, para lo que es bueno tener en cuentatodos los elementos posibles para entender cómo hemos llegado a estar donde estamos; y otra muy diferente es la selección -que toda memoria opera- que nos marque huella, y mojones para entender cómo podemos llegar a donde queremos llegar. Es evidente que no todos tienen proyectos comunes y sueños compartidos en un país. Nosotros soñamos con un país "donde quepan todos", donde "los últimos sean los...
Regístrate para leer el documento completo.