La manera en que “el sistema de beneficencia” hace a los seres humanos más parecidos a su Creador, para que el hombre no perdiese los preciosos frutos de la práctica de la beneficencia, nuestro Redentor concibió el plan de hacerle su colaborador. Dios habría podido salvar a los pecadores sin la colaboración del hombre; pero sabía que el hombre no podría ser feliz sin desempeñar una parte en estagran obra. Por un encadenamiento de circunstancias que invitan a practicar la caridad, otorga al hombre los mejores medios para cultivar la benevolencia y observar la costumbre de dar, ya sea a los pobres o para el adelantamiento de la causa de Dios. El Señor no necesita nuestras ofrendas. No podemos enriquecerlo con nuestros donativos. Dios nos permite manifestar nuestro aprecio de sus mercedespor medio de esfuerzos abnegados realizados para compartir las mismas con otras personas. Esta es la única manera posible como podemos manifestar nuestra gratitud y nuestro amor a Dios, porque él no ha provisto ninguna otra. El Señor permite que hombres y mujeres experimenten sufrimientos y calamidades a fin de arrancarlos de su egoísmo y para despertar en ellos los atributos de su carácter:compasión, ternura y amor. Cristo es nuestro ejemplo. El dio su vida como sacrificio por nosotros, y nos pide que demos nuestras vidas como sacrificio por los demás. Así podremos desechar el egoísmo que Satanás se esfuerza constantemente por implantar en nuestros corazones. Este egoísmo significa la muerte de toda piedad, y puede vencerse únicamente mediante la manifestación de amor a Dios y a nuestrossemejantes. Cuando el perfecto amor de Dios inunde el corazón ocurrirán cosas admirables. Cristo morará en el corazón del creyente como una fuente de agua que fluye para vida eterna. Pero los que manifiestan indiferencia hacia los que sufren serán culpados de indiferencia hacia Jesucristo en la persona de sus santos necesitados. Nada extrae del alma la espiritualidad con más rapidez que cuando sela rodea con el egoísmo y el cuidado de sí mismo.
Si el amor de Cristo ardiera en los corazones de su pueblo profeso, hoy veríamos manifestarse el mismo espíritu. Si tan sólo comprendieran cuán cerca está el fin de toda obra en favor de la salvación de las almas, sacrificarían sus posesiones tan espontáneamente como lo hicieron los miembros de la iglesia primitiva. Trabajarían por el progresode la causa de Dios con tanto fervor como los hombres mundanos trabajan por adquirir riquezas. Se ejercería tacto y habilidad, y se pondría en práctica un trabajo fervoroso y abnegado a fin de adquirir dinero no para guardarlo, sino para derramarlo en la tesorería del Señor. Dios mismo ha establecido los planes para el adelantamiento de su causa, y ha provisto a su pueblo con un exceso de recursospara que responda favorablemente cuando se le pida ayuda. Si sus hijos llevan fielmente a su tesorería los medios que se le han confiado, su obra adelantará rápidamente. Muchas almas serán ganadas para la verdad y se apresurará el día de la venida de Cristo. Dios pide lo que le debéis en diezmos y ofrendas. Pide consagración en cada ramo de su obra. Desempeñad fielmente vuestra parte en el puestodel deber que se os ha asignado. Trabajad fervorosamente recordando que Cristo está a vuestro lado planeando, proyectando y construyendo para vosotros. El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ha de alumbrar toda la tierra con su gloria, no sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia lo que significa ser colaboradores juntamente con Dios. Cuando tengamosuna consagración completa y sincera al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho derramando su Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la parte más grande de la iglesia no trabaja juntamente con Dios. Dios no puede derramar su Espíritu cuando el egoísmo y la complacencia propia se manifiestan en forma tan notoria, cuando prevalece un espíritu que, si se lo tradujera en palabras,...
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