mecanica portuguesa
José Antonio Fernández Ordóñez. Texto extraído de «Eugene Freyssinet». 2c Ediciones, 1978
Es una pena que este libro que es un nexo de unión entre dos grandes ingenieros del siglo XX esté ya descatalogado. Se trata de la biografía del francés Eugene Freyssinet (1879-1962), inventor del pretensado, gran teórico del hormigón yexcelente ingeniero de puentes y hangares; figura sólo comparable a técnicos de la talla de nuestro Torroja o del italiano Pier Luigi Nervi.
Su autor, José Antonio Fernández Ordóñez (1933-2000) fue un insigne ingeniero de Caminos que siempre valoró el conocimiento del arte y su historia, conocimiento que quiso reflejar en su obra y que también trasladó a sus alumnos de la asignatura de «Historia yEstética de la Ingeniería» de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid. La conexión entre Fernández Ordóñez y el célebre ingeniero francés vino de la mano de su padre, también ingeniero de Caminos y fundador de una empresa de prefabricados, con el que Freyssinet mantenía «una relación de mutua simpatía». Fue su padre el que le animó a escribir este libro cuya lecturarecomendamos desde De Mecánica ―pese a su descatalogación es fácil conseguir un ejemplar en bibliotecas―.
El texto elegido esta narrado por el propio Freyssinet, se trata de unos comentarios sobre la construcción del puente del Veurdre sobre el río Allier, un afluente del Loira. La intención de incluir este texto es hacer notar cuál era el estado «encorsetado» del conocimiento del hormigón en aquel entonces(1910), con una teoría heredada de la Elasticidad y del cálculo en acero, que venía del siglo anterior. Precisamente Freyssinet descubrirá a partir de los ensayos y de la experimentación en sus propias obras, que el conocimiento del hormigón armado de las normativas de su tiempo no se ajustaba a la realidad. En el caso que nos ocupa Freyssinet descubrió que el módulo de deformación del hormigónno era constante y que la actuación de cargas durante largos periodos de tiempo penalizaban en gran medida su valor.
«Hasta las pruebas del puente, todo fue bien. Las crecidas bastante fuertes del otoño e invierno 1909-1910 no pusieron nunca las cimbras en peligro. Las pruebas fueron un triunfo. Sobre la margen derecha, una colina domina el puente; estaba ocupada por varios miles deespectadores, instalados desde la madrugada para asistir al derrumbamiento de la obra, anunciada a bombo y platillo por un diario de Nevers a las órdenes de un imprudente competidor. Sus esperanzas fueron decepcionadas e hicimos pasar una y otra vez pesados escuadrones de apisonadoras de vapor sin observar nada que no fueran las previstas flechas elásticas.
A la alegría que me embargaba al ver de nuevoel Veurdre vino a mezclarse bien pronto una sorda inquietud. Me parecía que los pasamanos de los parapetos, perfectamente rectos cuando las pruebas, tomaban poco a poco, lentamente, una convexidad hacia el cielo. Las articulaciones de clave bajaban correlativamente.
Como entraba el invierno, creí en principio en una mala combinación de la dilatación y de la retracción alternadas; pero cuando, alregreso del buen tiempo, constaté que los movimientos se amplificaban, y cada vez más de prisa, mi inquietud se convirtió en una angustia atroz. Tuve pronto la certeza que mis arcos, demasiado bien articulados y demasiado deformables, pandeaban en el sentido vertical.
Al final de la primavera de 1911, el nivel de las claves había descendido más de 13 cm. y, por el contrario, los riñones estabannotablemente elevados. El desplazamiento relativo de las curvas de presión y de los centros de gravedad había acrecentado en proporciones enormes las tensiones máximas. El puente estaba lejos de soportar las pruebas de sobrecargas, y las deformaciones aumentaban más y más de prisa. Esto suponía una enorme disminución del módulo elástico del hormigón.
Sin embargo los ensayos sobre cubos probaban...
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