Medicina
Feliz el marido de una buena mujer: el número de sus días se duplicará.
Una mujer valiente es la alegría de su marido, éste vivirá en paz todos los días de su vida.
Una buena esposa es como el premio mayor de la lotería, le tocará en suerte al que teme al Señor.
Rico o pobre tendrá contento el corazón; en todo momento se verá la felicidad en su rostro.
Haytres cosas que temo y una cuarta que me espanta: una calumnia que se expande por el vecindario, una muchedumbre amotinada y una acusación falsa; todo eso es peor que la muerte.
Pero la mujer que tiene celos de otra es una angustia, un dolor íntimo, su lengua es un azote que no perdona a nadie.
La mujer malvada es como un yugo suelto: poner la mano en él es tan arriesgado como agarrar unescorpión.
Una mujer bebedora es un gran escándalo, no podrá remediar su deshonor.
Una mujer sin pudor se reconoce en sus ojos, en su mirada descarada.
Manten a raya a una muchacha provocadora, no sea que se aproveche de tu complacencia.
Sirácides (Eclesiástico), 25; 15-26
No hay cabeza más temible que la de una serpiente, ni peor furor que el de una persona enemiga.
Estaría más contento con unleón o un dragón que con una mujer malvada.
La maldad de la mujer le desfigura el rostro, éste se torna más sombrío que él de un oso.
Si su marido parte a reunirse con sus vecinos, no podrá dejar de suspirar.
Cualquier maldad es poca cosa al lado de la maldad de una mujer: ¡ojalá que caiga sobre ella el castigo de los pecadores!
Como una cuesta arenosa para los pies de un anciano, así es la mujerhabladora para un marido de buen carácter.
¡No te dejes seducir por la belleza de una mujer, ni la desees!
Mal humor, impaciencia, reproches... es lo que sucede cuando la mujer manda al marido.
Corazón apenado, cara triste y herida oculta: así sucede con la mujer malvada. Brazos caídos y rodillas vacilantes: ¡ella no hace feliz a su marido!
Por la mujer comenzó el pecado: por su culpa morimostodos.
¡Deten inmediatamente la fuga de agua!; no dejes que una malvada mujer se imponga.
Sirácides (Eclesiástico), 23; 12-24
Hay conversaciones que merecen la muerte: son inaceptables entre los descendientes de Jacob. Los verdaderos fieles se abstienten de ellas y no se revuelcan en el pecado.
No acostumbres tu boca a las groserías: sería pecar con palabras.
¡Acuérdate de tu padre y de tumadre cuando te sientes en medio de los grandes, no sea que te descuides en su presencia y te conduzcas como un tonto! Desearías entonces no haber nacido y maldecirías el día de tu nacimiento.
El hombre que está acostumbrado a insultar no se corregirá en toda su vida.
Dos clases de hombres multiplican los pecados, y una tercera provoca la cólera del Señor:
La pasión que quema como un fuegoardiente no se apagará antes de ser satisfecha. El hombre que comete la impureza en su cuerpo no se detendrá hasta que ese fuego lo devore. Para el hombre impúdico cualquier satisfacción es buena, no se calmará hasta que muera.
El hombre que es infiel a su esposa se dice a sí mismo: "¿Quién me verá? Las sombras me rodean, los muros me ocultan, nadie me mira; ¿por qué inquietarme? El Altísimo noanotará mis pecados".
¡Sólo teme la mirada de los hombres, olvidándose de los ojos del Señor que son mil veces más luminosos que el sol, que observan todas nuestras acciones y que penetran hasta en los lugares más secretos!
Tiene presente a todas las cosas antes de crearlas, y lo estarán aún cuando desaparezcan.
Tal hombre será pillado donde menos se lo piense, y será castigado en la plaza.Sirácides (Eclesiástico), 9
No seas celoso de la mujer que amas: podría nacer en ella la tentación de engañarte.
No te entregues en las manos de una mujer hasta el punto que te domine.
No te acerques a una mujer de mala reputación: podrías caer en sus redes.
No te entretengas con una cantadora: haría que cayeras en su trampa.
No fijes tu mirada en una jovencita: podrías condenarte con ella....
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