Memoria Número 5
La idea era que sea una odisea casera: a extinguir las inquietudes del cuerpo pero sin salir del barrio. Una vez que el rumorfue corroborado y el destino algo alcanzado, los aventureros nos dispusimos a refrescarnos. Mildientes continuaba su mambo personal, erguía el cuello, apretaba las mejillas contra las cejas, los brazosencogidos, los codos pegados a las costillas. Estaba enroscado en su swing, no había modo de que su intensidad baje de exaltado a moderado, los tragos pasaban fugazmente por sus manos porque él sólopretendía atender a su necesidad de imitar la música que brotaba desde los parlantes con sus contornos humanos; no le interesaba nada más, eran la música y Mildientes, un sonido, un movimientocoordinado, un gesto. La boca la tenía endulzada desde la noche anterior cuando una maratón de amor había saciado ya aquella sed (la más ardiente). El sabor del alcohol era incomparable al del cuerpo bebidohacía horas. Entonces no necesitaba más que el sonido, la melodía, armonía, un respiro y seguir. Había ensayado unos nudos con brazos extranjeros a nuestra comarca, pero también esa resultó una...
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