Memoria

Homenaje a Pedro Ortiz Cabanillas

Una adecuada valoración de la teoría informacional de la personalidad, a más de una década de su primera formulación, debe ser un ejercicio crítico que incluya algo más que aspectos netamente epistemológicos. Es necesario que este juicio esté incluido en una mirada más amplia sobre la práctica y producción científica nacional, sobre la respuesta y laasimilación de las teorías en nuestro país, sobre el rol de la universidad como fuente de esfuerzos teóricos y sobre la responsabilidad, tanto de autoridades como de estudiantes, de construir conocimiento que responda efectivamente a la situación en la que se encuentra nuestra comunidad actualmente.
En nuestras facultades de Psicología, se evidencia cada vez con mayor preponderancia no solo es unahiperespecialización del ejercicio profesional, relacionado con una situación de demanda educativa cuya principal motivación se encuentra, justificadamente, en la posibilidad de asegurar un ingreso futuro viable para el estudiante. Se evidencia además, un abandono concreto del esfuerzo teorizador en los claustros, una desvinculación y falta de comunicación solipsista entre investigadores, unadependencia histórica, continua y permanente, de teorías formuladas sobre la base de realidades distintas a la nuestra. Fruto de la hiperespecialización, nos encontramos con profesionales que no escapan de los límites que su propio paradigma profesional les plantea y que dependen acríticamente de un modelo teórico importado proveedor de respuestas necesarias para la aplicación práctica, elegido este, lasmás de las veces, por afinidades de tipo afectivo, más que lógico racionales.
La teoría informacional de la personalidad aparece como un esfuerzo científico por encontrar una respuesta ausente hasta ese momento, en los mayores y más conocidos sistemas teóricos. Surge de una mirada que es capaz de ver a la ciencia con ojos filosóficos. A través de un paciente esfuerzo de años, Pedro Ortiz no solose ha preocupado de que su teoría sea un cuerpo sólidamente coherente en sí mismo, sino que, mostrándonos en qué consiste la verdadera labor científica, se ha preocupado de articular sus hallazgos con el corpus teórico precedente, de tal forma que se logre en toda su magnitud aquel “aufheben” hegeliano, aquel desarrollo que se sustenta sobre sus elementos precedentes, no eliminándolos sinoasimilándolos. La preocupación de Ortiz por aunar esfuerzos en esta admirable solidaridad científica que se refleja en su teoría, se ha mantenido en cada uno de sus pasos creativos, reconociendo magnánimamente las pequeñas aportaciones que le hemos podido dar al modelo cada uno de sus discípulos, sinceramente accesorias si atendemos a la verdadera magnitud de su construcción teórica.
Su labor lograquebrar las barreras entre ciencias y alcanza una trascendencia multidisciplinaria. Partiendo de una idea filosófica, logra completar el circuito hacia la teoría científica. Para entender cabalmente en qué consiste este esfuerzo debemos remontarnos a aquel primer gran antagonismo teórico que inicia la historia de la metafísica. Parménides y su idea de la inmutabilidad del Ser, expresada en su conocidafrase: “El ser es y el no ser no es” frente a Heráclito, aquel filósofo del cambio y del movimiento. Según este, todo está en permanente cambio contradictorio, dice Heráclito “Es siempre uno y lo mismo en nosotros lo despierto y lo dormido, lo joven y lo anciano, lo primero se transforma en lo segundo, y lo segundo en lo primero”.
Al parecer, el paradigma que ha imperado hasta el momento en laPsicología es el primero. A todas luces se ha dejado de lado la discusión filosófica sobre el problema del dualismo alma-cuerpo o mente-cerebro, ignorándolo como intrascendente para fines prácticos, o asumiéndolo resignadamente como real, próximo a una visión que vaya acorde con versiones espirituales, y por lo mismo, consecuentemente dualistas. En otras palabras, existen en nosotros dos...