Memorias De La Casa Muerta

Páginas: 420 (104951 palabras) Publicado: 29 de abril de 2015
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Memorias de la Casa Muerta

Fedor Dostoiewski

PRIMERA PARTE

En medio de las estepas, de las montañas y de los inextricables bosques de las más
apartadas regiones de la Siberia, se encuentran de vez en cuando pequeñas ciudades de mil
o dos mil habitantes, con edificios de madera, bastante feas, y dos iglesias, una en el centro
de la población y la otra en el cementerio; en una palabra,ciudades que más bien parecen
aldeas de los alrededores de Moscú que ciudades propiamente dichas. La mayor parte de
sus habitantes está compuesta de agentes de policía, asesores y otros empleados
subalternos. Hace muchísimo frío en Siberia, es cierto, pero en cambio es muy lucrativo el
servicio que allí prestan los funcionarios del Estado.
Son sus moradores gentes sencillas, sin ideas liberales y decostumbres antiguas que
ha ido afianzando el tiempo. Los empleados, que constituyen con perfecto derecho la
nobleza de Siberia, son, o naturales del país, indígenas siberianos, o procedentes de Rusia.
Estos últimos llegan directamente de la capital, seducidos por los elevados sueldos de que
disfrutan, por las subvenciones extraordinarias para gastos de viaje, etc., y acariciando otras
esperanzas nomenos halagueñas para el porvenir. Los que aciertan a resolver el problema
de la vida, se establecen definitivamente en Siberia, resarciéndoles más tarde
sobreabundantemente los copiosos frutos que recogen; en cuanto a los imprevisores que no

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saben resolver aquel problema, se aburren bien pronto y reniegan de Siberia y de la idea
que se les ocurrió de solicitar aquel empleo. Permanecen,devorados por la impaciencia, los
tres años de su compromiso y se apresuran a repatriarse, hablando pestes de Siberia. Pero
no tienen razón; es este país un verdadero paraíso no sólo por lo que concierne al servicio
público, sino por otros muchos motivos. El clima es excelente; los comerciantes son ricos y
hospitalarios y la población europea es muy numerosa. Las mujeres jóvenes, de moralidadintachable, semejan capullos de rosas. La caza corre por las calles al encuentro del cazador;
se bebe champaña en abundancia; el caviar es exquisito y la mies produce a veces el quince
por ciento; en una palabra, es una tierra bendita que basta saber aprovecharla, como suelen
hacer muchos.
En una de estas ciudades -una ciudad alegre y muy satisfecha de sí misma, cuyos
vecinos dejaron en mí un recuerdoimborrable- fue donde encontré al desterrado Aleksandr
Petróvich Goriánchikov, ex gentilhombre y propietario ruso. Había sido condenado a
trabajos forzados de segunda clase por haber matado a su esposa. Cumplida su condena diez años de trabajos forzados-, continuaba viviendo allí tranquilo y olvidado, en concepto
de colono, en la pequeña ciudad de K. Habíase inscrito en uno de los cantones de losalrededores, pero residía en K, donde se ganaba la vida dando lecciones a los niños.
Es frecuente encontrar en Siberia deportados que se ocupan en la enseñanza de la
niñez. Se les tiene consideración porque enseñan bien, especialmente la lengua francesa,
tan necesaria en la vida, y de la cual, a no ser por ellos, no se tendría la más ligera noción
en las poblaciones más apartadas de la Siberia. Laprimera vez que vi a Aleksandr
Petróvich, fue en casa de un funcionario, Iván Ivánich Gvósdikov, respetable y hospitalario
anciano, padre de cinco muchachas en las que se podían fundar las más bellas esperanzas.
Aleksandr Petróvich les daba sus lecciones cuatro veces por semana, a razón de treinta
kopeks1 de plata por lección. Era éste un hombre excesivamente pálido y flaco, joven aún,
pues no pasabade los treinta y cinco años, pequeño de estatura y vestido esmeradamente a
la europea. Cuando se le dirigía la palabra, miraba fijamente y escuchaba con aire
meditabundo como si se le propusiese la solución de un problema o creyera que se trataba
de arrancarle algún secreto. Respondía con claridad y concisión, pero pensando de tal modo
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Moneda rusa equivalente a la centésima parte de un...
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