Memorias de liorna
Yo diré con la franqueza de un militar lo que fui y lo que soy, lo que hice y por qué; los imparciales juzgarán, mejor aún la posteridad. No conozco otra pasión que la de la gloria, ni otros intereses que el de conservar mi nombre de manera que no se avergüencen mis hijos de llevarle.
Tengo por puerilidadperder el tiempo en refutar los libelos que se escribieron contra mí. Ellos están concebidos del modo más a propósito para desacreditar a sus autores —parecen inspirados por las furias—, venganza y sangre solamente respiran, y poseídos de pasiones bajas sin reflexionar, caen en contradicciones. ¡Miserables! Ellos me honran, ¿cuál fue el hombre de bien que trabajó por su patria a quien no lepersiguieron enemigos envidiosos?
Dí la libertad a la mía. Tuve la condescendencia, o llámese debilidad de permitir me sentasen en un trono que crié destinándole a otros, y ya en él tuve también valor para oponerme a la intriga y al desorden; éstos son mis delitos, no obstante ellos, ahora y siempre me presentaré con semblante tan sereno a los españoles y a su rey, como a los mexicanos y a sus nuevosjefes, a unos y a otros hice importantes servicios, ni aquéllos ni éstos supieron aprovecharse de las ventajas que les proporcioné, y las faltas que ellos cometieron son las mismas con que me acriminan.
En el año de 1810 era un simple subalterno. Hizo su explosión la revolución proyectada por don Miguel Hidalgo cura de Dolores, quien me ofreció la faja de teniente general. La propuesta eraseductora para un joven sin experiencia, y en edad de ambicionar, la desprecié sin embargo, porque me persuadí que los planes del cura estaban mal concebidos, no podían producir el objeto que se proponía llegara a verificarse. El tiempo demostró la certeza de mis predicciones. Hidalgo y los que le sucedieron, siguiendo su ejemplo desolaron al país, destruyeron las fortunas, radicaron el odio entreeuropeos y americanos, sacrificaron millares de víctimas, obstruyeron las fuentes de las riquezas, desorganizaron el ejército, aniquilaron la industria, hicieron de peor condición la suerte de los americanos, excitando la vigilancia de los españoles a vista del peligro que les amenazaba, corrompiendo las costumbres; y lejos de conseguir la independencia, aumentaron los obstáculos que a ella seoponían.
Si tomé las armas en aquella época, no fue para hacer la guerra a los americanos, sino a los que infestaban el país.
Por octubre el mismo de 1810, se me ofreció un salvoconducto para mi padre y para mi familia, e igualmente que las fincas de éste y mías estarían exentas del saqueo y del incendio, y libres de ser asesinados los dependientes destinados a su servicio (cual fuera entonces lacostumbre) con sólo la condición de que me separara de las banderas del rey y permaneciera neutral. Tuvo igual suerte esta primera proposición que la anterior. Siempre consideré criminal al indolente cobarde que en tiempo de convulsiones políticas se conservase apático espectador de los males que afligen a la sociedad, sin tomar en ellos una parte para disminuir, al menos los de sus conciudadanos.Salí, pues, a campaña para servir a los mexicanos, al rey de España y a los españoles.
Siempre fui feliz en la guerra, la victoria fue compañera inseparable de las tropas que mandé. No perdí una acción. Batí a cuantos enemigos se me presentaron o encontré, muchas veces con fuerzas inferiores en proporción de uno a diez, o de ocho a veinte.
Mandé en jefe sitios de puntos fortificados, de...
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