Memorias de puigmartí

Barcelona, a 21 de Noviembre de 2007

Memorias de Puigmartí

En Marzo llueve. Febrero loco, Marzo otro poco. Una callecita pequeña, casi casi peatonal. Un gran mercado de estructura antiguay a su alrededor mil historias.
Frente al mercado sobresale un edificio, no es gran cosa, pero tiene una dignidad especial. Se podría decir que es blanco, pero no me atrevería a afirmarlo. Tampocodiría que es amarillo, es como un blanco tiempo. Se erige solo sin mayor competencia, y se le puede ver desde casi 5 minutos a pie de distancia.
Llueve, se limpian las calles de ese infame olor apescado. Transcurre el mes de marzo de dos mil seis, poco poético, siempre es más lindo decir mil novecientos y algo...dos mil seis suena demasiado futurista para el relato de una calle que está atrapadaen el pasado.
Bien, es domingo, no hay mercado, y los pocos paseantes que había han sido ahuyentados por la lluvia, la calle está prácticamente desierta. El piso es pequeñito, pero tiene la gloriosavista del mercado y todos sus habitantes. Yo reconocería la calle con los ojos vendados y sabría exactamente lo que sucede en ella. Puedo escuchar al perro que ladra siempre igual, tres veces, nomás, creo que es su manera de saludar a los habitantes de esta calle, el movimiento del mercado que empieza temprano, el camión de la basura con su ruidos tortuosos, los gritos de los cargadores que vanbajando la fruta y la verdura de los camiones. Además del mercado otro protagonista de esta calle es un lorito verde que está justo en el edificio de enfrente. En su jaulita, muy inocente es capaz deenloquecer al más cuerdo. Saluda, habla, se ríe, charla con la gente que pasa por la calle...y todo esto con una infantil y a veces diabólica, voz. Al salir del glorioso edificio, que cabe mencionarque se está cayendo y tiene testigos de las grietas desde el 1982, se encuentra la papelería y al lado el café Caracas, es curioso pero después de la basura, el perro y el loro, lo que me hace...