memorias de un abogado

Los mendigos cubiertos de llagas del maestro Cristóbal Roxel eran despedidos invariablemente con las ollas vacías y con la recomendación consoladora de “perdonar por el amor de Dios”. El sujeto de quien se trata debía la fama de formal a la circunstancia de que entregaba las obras que se le encomendaban a más tardar, veinte días o un mes después del plazo que el mismo había señalado. Mi tío nopasaba jamás delante del cepillo o alcancía de las animas sin echas limosna, mi tío me recogió y me criaba por caridad desde que había faltado mi padre, hermano suyo, que se fue al otro mundo, alejándome por única herencia su nombre. Como no hay acción buena que no tenga su recompensa, el oficio corrido bien desde que el maestro Cristóbal me recogió por caridad y supo sacar el mejor partidoposible. Mis dedos encallecidos habían adquirido cierta agilidad, que no empleaba yo únicamente en el manejo del peine y la lanzadera, sino en escamotear trompos. Hasta en eso iba yo saliendo verdadero lacedomio, esa expresión lo ajeno contra la voluntad de su dueño hacia mi tío profetizara que yo había de morir en la horca genero de suplico del cual no tuve una idea muy exacta hasta un día que me llevoa ver un ajusticiado. Por la noche no pude conciliar el sueño representándome la escena de la mañana con todo terrífico aparato y figurándome ser yo el mismo héroe de la jornada, mi comida se limitaba a unas tortillas, un poco de frijol parado, y de vez en cuando un pedazo de cecina que era mas de lo que yo merecía, mi edad me inducia a hurtar los juguetes a mis compañeros de taller, el hambre meobligaba a aguzar el entendimiento para encontrar el modo de apoderarme de las morcillas, el queso, el pan, la fruta, los dulces y demás comestibles que encerraba la provocativa despensa de mi tío, un día que este dormía la siesta, cogí a Mambrú le ate una cuerda a la mitad lo entrujé por la reja de la ventana de la despensa y una vez adentro el mismo cuido de agarrar lo primero que hallo amano.nos descubrieron y desde ese día la ventana de la despensa estuvo siempre bien asegurada.
Uno de los oficiales que se apellidaba Requena y que era el más conocido por el apodo del tecolote, porque no se veía regularmente en la calle sino de noche era quien había discurrido y puesto por obra la cotonías rayadas que tanta honra habían proporcionado. Mi tío era un hombre terco y atrabiliario que seirritaba con mayor facilidad llevaba en la mano un papel impreso que contemplaba con aire de impaciencia curiosidad, hay entre ustedes alguien que sepa leer? Como ninguno contesto mi tío comprendió que todos eran literarios como el, quien podría leer el papel era el maestro de la escuela, el pedagogo saco unos anteojos se los acomodo en l nariz y comenzó a buscar en la Gaceta el nombre de mi tío,aquí esta dijo se le ha asignado el premio de hilados, por sus excelentes cotines y mantas de la tierra fabricadas en su obrador por el hábil oficial Antonio Requena, al oír que se atribuía a otro todo el merito de sus cotinas arrojo al suelo la Gaceta y pisoteándola con furor, se lanzo sobre Requena y le descargo en la cara una tremenda bofetada.
Por la noche m desvele pensando como haría paraaprender a leer al siguiente día era un domingo amanecí con el espíritu agitado por la misma idea. Don Eusebio no ha de querer molestarse por mí, enseñándome en las horas que no son de escuela, esas desconsoladoras reflexiones hacia yo mientras me dirigía a la parroquia a oír misa, me encontré con el maestro de la escuela y su familia que salían también de la iglesia. usted sentía saber leer y yohabría dado diez años de mi vida por hacer lo que usted estaba haciendo. Y porque no aprendes chico? Me dijo la muchacha, yo sé porque es porque estas ocupado en el obrador desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde. Pero eso no es inconveniente vente a mi casa y mi madre te dará lecciones y apúrate para que puedas leer las Gacetas que hablen de tu señor tío. Durante todo el día...