Menos Rousseau, Más Hoobes

Menos Rousseau, más Hoobes…
A propósito de las elecciones en Francia, el mismo día en que éstas se llevaban a cabo Fernando Escalante Gonzalbo se preguntó en su columna periodística: “¿de qué está hecho el contrato social? ¿Con qué proporciones de miedo, de reciprocidad, de confianza?”. Ello ha propósito de que los discursos de los entonces contendientes, Nicolás Sarkozy y François Hollande,encarnan dos visiones cuya oposición data de siglos atrás: Hobbes contra Rousseau; la concepción de un humano ambicioso y competitivo contra la que ve en éste un humano naturalmente bueno y solidario. En el contexto social francés: a más pobreza y edad, más Rousseau; a más juventud, mayor escepticismo.

Como pocas veces en la época contemporánea, estas visiones se confrontan en una Europa cuyotejido económico y social está en una posición de jaque económico que se percibe irresoluble: economías en bancarrota o al borde la misma, agitación social, volatilidad de las adhesiones partidarias, crecimiento de los extremos políticos. En sentido contrario, hoy la América Latina parece atravesar un periodo de cierta calma, estremecido un poco por las decisiones recientes en materia económica deArgentina y Bolivia: medidas de aliento rousseauniano en su versión populista.
¿Pero qué contiene El Contrato Social que hoy aún inspira a ciertos políticos o auspicia ciertas concepciones sobre las formas que debe asumir la vida en sociedad? El tema no nos es ajeno pues las comunidades que viven bajo el régimen de Usos y Costumbres, cualquiera que sea la forma específica que ésta asuma, son lomás cercano -en el contexto de nuestro país- a la sociedad que idealizaba Rousseau. Incluso la nulificación de la individualidad ante el colectivo, que orgullosamente pregonaba un líder comunitario recientemente, ejemplifica en cierto modo los anhelos rousseaunianos de colocar absolutamente al bien común por encima del individuo. En el capítulo VI del libro primero, Del pacto social, Rousseausintetiza su concepción del contrato social en el que el hombre…
“…pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, recibiendo a cada miembro como parte indivisible del todo”.
Y, líneas adelante:
“De inmediato este acto de asociación produce, en lugar de la persona particular de cada contratante, un cuerpo moral y colectivo compuesto de tantos miembroscomo votos tiene la asamblea, el cual recibe por este mismo acto su unidad, su yo común, su vida y su voluntad…”
Ante la concepción, sin matices, de un hombre bueno por naturaleza, cabe la subsumisión absoluta del individuo ante el colectivo.
María José Villaverde señala en el prólogo que, ante la vacuedad de las instituciones, la degradación moral de los gobiernos y las sociedades y laperpetuación de las injusticias, Rousseau intenta hallar una respuesta; pero no mira hacia el futuro sino que voltea hacia al pasado: Rousseau considera que en las ciudades-estado el espíritu contenido en los párrafos citados anteriormente pudo haberse expresado a plenitud. Los tiempos, para entonces, eran ya muy distintos y sería imposible, literalmente, que el “mundo” regresara a las dimensiones que teníaen la antigüedad clásica. Otros críticos sociales, poco después, igual de desencantados al ver indicios de cruda deshumanización en el capitalismo en ciernes, formularon durísimas objeciones a este sistema, pero mirando hacia el futuro. La alternativa a este sistema no podía encontrarse en pequeñas comunidades de productores decidiendo en asambleas democráticas lo concerniente al futuro de sucolectivo, como en Rousseau; sino en la organización y lucha de clase obrera (Carlos Marx).
Encuentro en lo que esperaba Rousseau del ser humano en su vínculo con la sociedad cierta afinidad con el concepto que elabora Fernando Savater en uno de sus muchos libros: el egoísmo. Bien entendido, en busca de su beneficio personal, el ser humano egoísta trabajaría en pos del beneficio colectivo en la...