Mensaje de una botella

Hace algunos años, cuando todavía un crimen conmocionaba a la sociedad regiomontana, sucedió uno que provocó el enojo e indignación de la misma. La niña Ana Nassar fue asesinada mientras jugaba en lacomputadora de Julio Castrillón en la casa de éste y para ocultar el crimen la enterró en el patio de su casa. Rápidamente las indagatorias dieron con el asesino, y la noticia fue ampliamentedifundida por los medios, ya que el joven era hijo de un prominente militante panista, el cual como muchos padres lo hacen, pese a lo contundente de la evidencia, se enfrentó a la sociedad y la justiciatratando de demostrar lo indemostrable. Desde tiempo atrás, Julio recibía tratamiento psiquiátrico por un desorden disocial. Se pretendió hacerlo pasar por esquizofrénico y se dijeron muchas más cosasdurante el tiempo que el caso estuvo presente en los medios. Finalmente Julio Castrillón, fue juzgado y sentenciado, pero por ser menor de edad solo recibió 5 años de prisión, pena máxima contemplada enla ley, lo cual avivó el eterno debate de la edad penal. Pero no son las aristas del crimen ni lo mediático que fue su proceso judicial lo que quiero tratar en este ensayo. Hace unos días Julioapareció en un noticiero local, no por nuevos problemas con la ley, sino porque una vez cumplida su condena, no ha podido reinsertarse en la sociedad, se le ha negado el acceso a la educación en diversasuniversidades públicas y privadas del estado, tampoco le ha sido posible conseguir un empleo. En todo este tiempo, de acuerdo a la nota periodística, se dedicó a aprender música y francés por su cuenta.Los empleadores al escuchar su nombre, le cierran las puertas y pese a sus capacidades no ha logrado continuar estudiando o conseguir empleo.

Antes de continuar, quiero aclarar que no pretendodefender a Julio ni a nadie. Al igual que muchos otros pienso que para un menor de 16 años, cinco años de cárcel son pocos para un crimen de estas características, pero finalmente eso es lo que está...