Metamorfosis
sin más palabras señaló con el índice a Gregorio, que iba avanzando
lentamente. El violín enmudeció al instante, y el señor sonrió a sus amigos,
meneando la cabeza, y volvió a mirar a Gregorio.
Al padre le pareció más urgente echar de allí a Gregorio, tranquilizar a los
huéspedes, los cuales no se mostraron nimuchos menos intranquilos, y parecían
divertirse más con la aparición de Gregorio que con el violín. Se precipitó hacia ellos y,
extendiendo los brazos, intentó empujarlos hacia su habitación a la vez que les ocultaba
con su cuerpo la vista de Gregorio. Ellos, entonces, no disimularon su contrariedad,
aunque no era posible saber si se debía a la actitud del padre o al hecho de descubrir quehabían convivido sin saberlo con un ser de aquella índole.
Pidieron explicaciones al padre, alzaron los brazos al cielo, se mesaron las barbas
nerviosamente y no retrocedieron sino muy despacio hacia su habitación.
Mientras, la hermana había logrado sobreponerse a la impresión causada por tan
brusca interrupción. Permaneció un instante con los brazos caídos, sujetando con
indolencia el arco y elviolín, y la mirada fija en la partitura, como si todavía estuviera
tocando. Y de pronto estalló: soltó el instrumento en el regazo de su madre, que seguía
sentada en su sillón, respirando con gran dificultad, y corrió al cuarto contiguo, al que los
huéspedes, empujados por el padre, se iban acercando ya más rápidamente. Con gran
destreza manipuló mantas y almohadas, y antes de que loshuéspedes entrasen en su
habitación, ya había terminado de arreglarles las camas y se había escabullido.
El padre estaba tan fuera de sí que olvidaba hasta el más elemental respeto debido
a los huéspedes, y los seguía empujando frenéticamente. Ya en el umbral, el que parecía
llevar la voz cantante dio una patada en el suelo, y le detuvo diciendo enérgicamente:
- Participo a ustedes –alzó la mano aldecir esto y buscó con la mirada también
a la madre y a la hermana– que, en vista de las repugnantes circunstancias que
en esta casa concurren –y al llegar aquí escupió con fuerza en el suelo–, en
este mismo momento me despido. Por supuesto no voy a pagar lo más mínimo
por los días que aquí he vivido; al contrario, me pensaré si he de pedirles una
indemnización, la cual, desde luego, sería muyfácil de justificar.
Calló y miró a su alrededor, como esperando algo. Y, efectivamente, sus dos
amigos se solidarizaron en el acto diciendo:
- También nosotros nos despedimos.
Tras lo cual, el primero en hablar agarró el picaporte y cerró la puerta de un golpe.
El padre, con paso vacilante, tanteando con las manos, fue hasta su sillón y se
dejó caer en él. Parecía disponerse a echar susueñecillo de todas las noches, pero la
profunda inclinación de su cabeza, caída como sin vida, demostraba que no dormía.
Durante todo este tiempo, Gregorio había permanecido callado, inmóvil en el
mismo sitio en que lo habían sorprendido los huéspedes. La decepción por el fracaso de
su plan, y tal vez también la debilidad producida por el hambre, le hacían imposible el
menor movimiento. No sinrazón, temía que se desencadenara de un momento a otro una
reacción general contra él, y esperaba. No siquiera se sobresaltó con el ruido del violín,
que cayó del regazo de la madre a causa del temblor de sus manos.
- Queridos padres –dijo la hermana, dando, a modo de introducción, un fuerte
puñetazo sobre la mesa–, esto no puede seguir así. Si vosotros no lo queréis
ver, yo sí. Ante estemonstruo, no quiero ni siquiera pronunciar el nombre de
mi hermano; y, por tanto, sólo diré que hemos de librarnos de él. Hemos
hecho todo lo humanamente posible para cuidarlo y soportarlo, y no creo que
nadie pueda hacernos el menor reproche.
- Tienes toda la razón –dijo el padre.
La madre, que aún no podía respirar bien, comenzó a toser ahogadamente, con la
mano en el pecho y los ojos...
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