Mi eleccion 03 Alguien como yo Elisabet Benavent
Portadilla
Índice
Dedicatoria
1. M e miraba diferente
2. La vida
3. Reunión
4. M i versión de la vida (Hugo)
5. M i voz (Nico)
6. El trabajo. El problema
7. Aprender
8. M i nuevo trabajo. La nueva situación
9. ¿Quién es esta?
10. En blanco (Hugo)
11. Conjugar (Nico)
12. Compañeros
13. M e muero
14. Punto y final. Pero no el nuestro
15. Navidad, Navidad, dulce…, ¿a quién quiero engañar?16. Espacio (Hugo)
17. Querer guarecerse del miedo (Nico)
18. Nochevieja o cómo empeorar las cosas
19. Ahora no
20. Esperar
21. Un día de perros
22. Cagarla (Hugo)
23. Asco (Nico)
24. Las cosas claras
25. Feliz, feliz en tu día
26. Interruptus
27. Segundas partes, para algunas cosas, sí son buenas (Hugo)
28. Secreto a voces (Nico)
29. Somos… ¿amantes?
30. Necesidades y vicios
31. No lo entiendo(Hugo)
32. Descubrir a la persona a la que amas
33. Vacío (Nico)
34. Cerrar los ojos. M irar a otro lado
35. La pregunta (Hugo)
36. Salto al vacío (Nico)
37. El último intento
38. Una charla. Solos nosotros dos, Nico
39. Sin vuelta atrás
40. M i límite (Hugo)
41. Ya no habría más… (Nico)
42. Cambios
43. El duelo
44. M edidas desesperadas
45. Tanta realidad. Dos años después…
46. El cuento de hadasEpílogo
Agradecimientos
Sobre la autora
Créditos
Para Marc y María, los niños de mis ojos
1
Me miraba diferente
Me miraba diferente. M e miraba, sí, pero ya no éramos él y yo. Éramos dos personas distintas metidas dentro de nuestro propio cuerpo pero que de pronto no tenían
derecho a acercarse el uno al otro. Durante un tiempo me pareció que reteníamos a los verdaderos Hugo y Alba,encarcelados y escondidos, pero poco a poco aquella
sensación fue desapareciendo hasta diluirse.
Al menos nos mirábamos. Al menos no había desaparecido. Al menos seguía allí. Dijo que no se marcharía y… no lo hizo. Eso debería ser suficiente, ¿no? Entonces,
¿por qué no lo era?
Si algo debo agradecerle fue darme la motivación para volver a refugiarme en mis amigas. Gabi fue mucho más comprensiva de lo queimaginaba. No dijo «te lo
advertí», claro, porque tenerme sollozando en su regazo hizo que se diera cuenta de que, quizá, había prejuzgado una historia de la que no conocía todos los detalles.
—¿Por qué lo ha hecho? —le pregunté, con la mirada perdida, en el salón de su casa.
—A lo mejor os quiere más de lo que crees.
¿Era eso verdad? Aquel día ella entendió y yo por fin pude explicarme. Las dosaprendimos.
—Te dije cosas que no siento porque no te entendía. M e faltó confiar en ti. Pero… era imposible, Alba. Si era amor…, esta es la mejor decisión.
Hugo era sabio, joder. M e había destrozado por dentro, de arriba abajo, pero de no haberlo hecho todo hubiera sido peor.
El mes siguiente fue… malo. Horrible. Nico y él no se habituaban al nuevo statu quo. Y a mí me costó volver a estar en lamisma habitación que Hugo. Ya nunca nos
quedábamos solos. Si no estaba Nico, yo no pisaba su casa, porque no podía soportar ese hilo interno, esa tensión de saber que si no se hubiera alejado, yo aún moriría
por él. A veces ni siquiera entraba en su piso por no verlo. Nico y yo empezamos a hacer más vida en mi piso y Hugo pasó más tiempo solo.
Conforme pasaron las semanas me di cuenta de que esocreaba una falsa sensación de alivio. Ojos que no ven no es corazón que no siente, porque Nico y yo nos
despedíamos con un beso en la puerta de mi casa y cuando se marchaba en lo único en lo que podía pensar era en Hugo solo, escuchando discos antiguos. Y me partía en
dos.
Así que tuve que hacer un esfuerzo. Lo hicimos todos, no me colgaré yo sola la medalla. Todos pusimos de nuestra parte paraintentar volver a estar los tres en la
misma habitación y que se pudiera respirar. La primera cena en la terraza fue tan rara que al llegar a mi piso, lloré como una imbécil. El silencio había dejado de ser
motivo de burla por su parte. Tampoco era dulce ya. Eran cosas por decir que si no se pronunciaban era porque no se podía. Éramos nuestros propios censores y dolía
tanto..., tanto como las...
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