Mi hijo el bachiller
PLATICA DE RAFAEL HYTLODEO SOBRE LA MEJOR DE LAS REPUBLICAS
El muy invicto y triunfante rey de Inglaterra, Enrique, octavo de su nombre, príncipe incomparable dotado de todas las regias virtudes, había tenido recientemente una disputa sobre negocios; Carlos, el poderosos rey de Castilla, y, para conciliar las diferencias, me mando su majestad como embajador a Flandes, encompañía del sin par Guthbert Tunstall.
Por temor a que den poco crédito a las palabras que salen de la boca de un amigo, no diré nada en alabanza de la prudencia. Mas son tan conocidos sus méritos, si yo pretendiera loarlos, parecería que quisiese mostrar y hacer resaltar la caridad.
Como se había convenido de antemano, en Brujas encontramos a los mediadores del príncipe, todos ellos hombresexcelentes. El jefe y cabeza de los mimos era el margrave – como le llama allí- de brujas, varón esclarecido. Jorge Temsicio, preboste de cassel, eminente jurisconsulto, inteligente. Celebramos luego un par de conferencias y o pudimos ponernos enteramente de acuerdo sobre ciertas estipulaciones, por lo que ellos se despidieron de nosotros y se marcharon a Bruselas.
Yo, mientras tanto, me fui aAmberes, estando en aquella localidad vinieron a visitarme varias personas, pero la visita más agradable fue Pedro Egidio, ciudadano de Amberes, hombre que en su patria gozaba fama de ser integro y honrado a carta cabal y muy estimado.
Es sabio, es virtuoso, sabe mostrarse amable con toda suerte d personas; pocos jóvenes habrá que le aventajen en eso. No puede ser más humilde y cortes. Nadie como élusa menos del fingimiento o del disimulo, nadie tiene una sencillez mas prudente. Cierto día, luego de haber oído misa en la iglesia de Nuestra Señora, que es el templo más hermoso y concurrido de toda la ciudad, cuando me disponía a volver a mi posada, tuve le fortuna de ver al antes mentado Pedro Egidio hablando como desconocido. Viome Pedro acercose a mí y me saludo.
Iba yo a responderlecuando, señalando al hombre con quien le había visto conversar antes, me dijo:
-tenia la intención de llevarlo en derechura a vuestra casa.
-dirías que pos i mismo, si le conocierais. Nadie como el, entre los hombres que viven hoy, podría contaros tantas cosas acerca de los países y hombres incógnitos.
-Veo que acerté, porque a primera vista le juzgué marino.
-Pues os habéis equivocado.Cierto es que ha navegado, mas no como el marino Palinuro, si no como el hábil y prudente príncipe Ulises. Porque este mismo Rafael hytlodeo conoce tan bien la lengua latina como la griega.
Es mejor helenista que latinista, los latinos no han escrito libros eminentes, salvo algunos pocos de Séneca y de cicerón. Es portugués y dejo la hacienda y luego se unió a Américo Vespucio, en el cualacompaño a este en los tres últimos viajes de los cuatro que hizo, cuya relación se lee ya por todas partes. No volvió con el de su ultimo viaje.
Tanto porfió Hytlodeo en quedarse con los veinticuatro hombres que dejaba allí Vespucio, que éste, contra su voluntad. Siempre tenia en los labios estas dos máximas: y .
Después de haberse marchado Vespucio, viajó atravesando muchas regiones en compañíade cinco de sus compañeros. Con maravillosa fortuna arribó a Taprobana, de aquí se fue a Calicut, donde encontró naves lusitanas que lo devolvieron a su patria.
Luego que Pedro me hubo contado todo esto di las gracias y nos saludamos uno a otro y dijimos aquellas cosas que se dicen al trabar conocimiento. Después fuimos a mi casa, y allí, en el jardín, nos sentamos en un banco de verde hierbacubierto y nos pusimos a platicar juntos.
Después de la partida de Vespucio, él y lo compañeros que se quedaron allí lograron ganar poquito a poco, con suaves y persuasivos discursos. No solo de paz, sino familiares, y hacerse gratos a cierto personaje principal, cuyo nombre y nación he olvidado, la liberalidad del cual les procuro todo lo que habían menester para proseguir su viaje....
Regístrate para leer el documento completo.