mi madrina
Por aquellos lejanos dias ea yo un muchachillo muy despierto, retraido y fantaseador. Criado a la par de mi madrina – una anciana muy buena y abnegada, aunque de gran severidad, que sepasaba las horas enteras sentada en su desvencijado taburete de cuero sobando las cuentas del rosario y musitando oraciones - , desde que tuve uso de razon habiame acostumbrado a entretenerme con mispropias fantasias, mientras sentado serca de ella cabeceaba y fingia rezar piadosamente, esperando con paciencia su primer ronquido.
Porque entonces, cuando la oia roncar, salia en puntillas, saltabala pi?uela y, en compania de canelo, el flaco y sarnoso cachorrillo de mi madrina, corria por los cercados vecinos, agachado, para ocultarme mejor, asaltaba los arboles frutales y apresuradamentellenaba los bolsillos de mis raidos calzones con jocotes tiernos o sazones, mangos verdes, guineos maduros, naranjas y limones dulces, de acuerdo con la estacion y las cosechas; despues, casi siempre conun desgarron mas en el pellejo o en mi sucia y ya destrozada camisetilla de manta, rapidamente regresaba a la casucha, entraba en puntillas y volviame a sentar en mi banquillo, a comerdespaciosamente, procurando no hacer ruido al masticar. El perro comia tambien, pero en el patiecillo, hasta donde le arrojaba yo las cascaras y los pedazos de fruta para alejarlo de las vecindades de mi madrina; elmisero animalejo, a fuerza de pasar hambres, habia aprendido a comer de todo lo que yo robaba y comia.
Mi madrina se removia en su taburete y, sin volver la cabeza ni abrir los ojos siquiera,barbotaba un debil:
-¿Qué’stan mascando?
-Granitos de maiz, madrina
-Hum… - hacia ella, sonriendo y cmenzando a recorrer de nuevo las cuentas del rosario. De pronto lanzaba un largo suspiro y deciasuabemente, para mi:
- Hay que tener paciencia… Dios reparara un bocao…
Ella entretenia el hambre rezando, con la confianza puesta en Dios y en sus dos santos preferidos: un San Jeronimo de bulto,...
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